Peter Sloterdijk



1-. Peter Sloterdijk: La Utopía ha perdido su inocencia

2-. Sloterdijk en Barcelona. Mayo 2003. Tres documentos

3-. Una entrevista - La Vanguardia (22/11/2007)

4-. Sloterdijk. De terror y de genes

5-. Peter Sloterdijk - Walter Kasper. Un diálogo sobre el retorno de la religión

1.- SLOTERDIJK RECLAMA UNA CONSTITUCIÓN COMÚN PARA EL HOMBRE, LA MÁQUINA Y LA NATURALEZA - La Vanguardia, Barcelona, 7 mayo 2003-05-07

2.- GLOBOS, IMPERIOS Y PROVOCACIONES. El pensador Peter Sloterdijk publica la primera parte de su trilogía "Esferas". La Vanguardia, Barcelona, 2003-05-08.

3.- LA CONFERENCIA DE SLOTERDIJK EN CAIXAFÒRUM. Crónica de Ramon Alcoberro, 2003-05-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1-. PETER SLOTERDIJK: LA UTOPÍA HA PERDIDO SU INOCENCIA


Entrevista con Fabrice Zimmer, publicada
en Magazine Littéraire, mayo de 2000.
Traducción del francés de Ramón ALCOBERRO

Desde su monumental Crítica de la razón cínica de 1983, saludada por Jürgen Habermas como el acontecimiento más importante en la historia de las ideas desde 1945, el alemán Peter Sloterdijk se ha impuesto como uno de los pensadores europeos más fecundos e innovadores. De una gran cultura filosófica, este pensador libre que ha escrito también sobre la obra de Nietzsche (El pensador en escena), tiene además la particularidad de ser uno de los pocos en interesarse por el mundo actual. Gustosamente provocador, practica feliz el arte de dinamitar nuestras certezas. En su última obra traducida al francés (La hora del crimen y el tiempo de la obra de arte), cuenta así la historia de las hipótesis científicas como la historia –sabrosa- de una serie de "vejaciones" hacia las autoilusiones del género humano, e incluso aprovecha el pretexto de una larga digresión sobre el pensamiento de la técnica en Heidegger para notar que nuestra visión sobre Platón no tiene en cuenta la "ironía" que ésta contiene; y en un último corto ensayo sobre Cioran califica la actitud filosófica de este último como "revanchismo desinteresado" y explica la calidad de sus textos por su voluntad de "no condescender con la madurez". Se comprende que Peter Sloterdijk es un inconformista, lo que –por demás- asegura a su pensamiento una seducción y un aura raras en el campo intelectual contemporáneo. Sobre la utopía, permaneces fiel a su manera. El resultado podrá a primera vista despistar a algunos; pero queda el hecho que –sea cual sea el tema que trata- Sloterdijk es un pensador apasionante, cada una de cuyas observaciones –o casi- abre nuevas perspectivas.

Fabrice Zimmer: ¿Cómo interpreta usted el hecho de que se vuelva otra vez a hablar de utopía?

Peter SLOTERDIJK: Debo confesar que me he sentido bastante sorprendido al ver, en las librerías de París, la cantidad de nuevas obras sobre el tema. Ahora bien, la vida temática de una sociedad es un síntoma importante de su estado. En los temas que se propone una sociedad se expresan lo que Ernst Bloch denominaba "sueños despiertos", ¿De qué se trata, pues? ¿De un ritual de adiós? ¿De una renovación? Para empezar recordaría que la utopía fue en principio un género literario, una forma de apropiarse de lo lejano. Y ese modo de apropiación de un mundo lejano fue la manera como los europeos, alrededor de los siglos XVI y XVII efectuaron lo que Carl Schmitt denominó su Weltnahme su "toma del mundo". La utopía fue la forma mental, literaria y retórica de un cierto colonialismo occidental imaginario: nos ha servido a la vez para proyectar la realidad exterior de nuestra sociedad sobre nuestro imaginario y para exteriorizar nuestros sueños interiores sobre lugares alejados. En este sentido constituye un elemento esencial de nuestra "toma del mundo" – por "nuestra" entiendo la de Occidente; es un "nuestro" local, no un "nuestro" afirmativo.

Es, pues, interesante preguntarse como una noción tal pudo salir de la retórica para entrar en el lenguaje corriente, y, también, naturalmente, en que condiciones ha podido asumir un significado positivo; por qué hemos acabado adoptando con tal propósito un nuevo juego de lenguaje. Porque hace todavía veinte años, la utopía representaba una noción muy problemática: a ojos de las clases medias, burguesas o conservadoras, la palabra contenía sobretodo el reproche de haber faltado al respecto a la "realidad". Pero hoy tiene, más bien, la tonalidad positiva de eso que antes expresaba la palabra "sueño".

Personalmente, pienso que el uso contemporáneo del término "utopía" refleja, de entrada, el éxito social del psicoanálisis. Hacia el fin de su vida, Ernst Bloch, que contribuyó mucho en la carrera "hacia lo alto" del término decía, por su parte, que si el concepto de utopía había dejado de constituir un reproche o un insulto, era debido al hecho que él había reconstituido el trabajo del sueño colectivo del género humano a través de esta categoría. Bloch distinguía entre por una parte los sueños nocturnos, los sueños regresivos, los sueños que no llevan a ningún sitio; y por otra, los sueños que tienen razón. En él, la antítesis realidad-irrealidad se ve, pues, reemplazada por un campo tripolar donde surgía un valor intermedio que se inserta entre lo real y lo irreal. Ese valor intermedio es lo que él llamaba la "tendencia" y Popper la "propensión": hay irrealidades portadoras de realidades; y en el soñar despierto, que es el que nos conduce al porvenir, se puede ya esbozar lo que pude acontecer.

Fabrice Zimmer: Acaba usted de hacer en cierta manera la arqueología de la noción actual de utopía Pero, hoy, para retomar sus palabras, ¿nos hallamos en presencia de un resurgimiento verdadero de dicha noción o de una constatación disimulada de su muerte, de un ritual de adiós?

Peter SLOTERDIJK: El nuevo discurso sobre la utopía me parece que refleja también un cambio importante que se ha producido en el interior de la comunidad psicoanalítica o de la que se interesa por la psicología llamada "de las profundidades": nos comenzamos a dar cuenta de que, finalmente, no es el inconsciente quien va a salvarnos. Ésta ha sido, en efecto, una de las grandes utopías de nuestro siglo, pensar que el descenso a los infiernos de nuestros deseos escondidos podría liberar un flujo de energías productivas que nos llevaría hacia un porvenir más claro. Pero, ahora, nos parece que más bien es necesario esforzarse por crearse un inconsciente a la altura de nuestas preguntas. Porque la banalidad de nuestro inconsciente es tan evidente y la esterilidad del tipo de sueños que gotean de él se ha vuelto tan obvia, que necesitamos recurrir a otro mecanismo psicológico anterior al psicoanálisis. A partir de entonces se piensa, remontando la evolución histórica, y se reencuentra la hipnosis. La utopía es, precisamente, esa función autohipnótica, a través de la cual el individuo moderno, y sobre todo el grupo moderno, reencuentra una motivación, una fuerza motivadora universal.

Fabrice Zimmer: Si le he comprendido bien, la utopía actual debe ser leída, ante todo, como una voluntad consciente de utopía.

Peter SLOTERDIJK: Eso es. De la misma manera que el psicólogo pragmatista americano William James hablaba, a propósito de la fe, de un will to belive, de una "voluntad de creer" que ya no es la buena y vieja fe religiosa, ni el cinismo estratégico de los ideólogos o de los diseñadores de publicidad, sino una nueva sabiduría consistente en gestionar la propia vida dándonos cuenta que la reserva de energía e ilusión sobre la que reposamos no es infinita, también hemos entrado, por lo que concierne a la utopía y de una manera absolutamente lúcida, en el reino de una autohipnosis consciente. El inconsciente clásico había sido representado bajo la forma de una infinita subjetividad, como una fuente infinita que nos alimentaba de energías inagotables. Pero ahora descubrimos que ése no es del todo el caso. Nuestro tema principal no es el deseo, es la fatiga. Dicho de otra manera, la finitud del deseo deviene nuestra evidencia primera. Baudelaire, por lo demás, había percibido muy bien ese agotamiento des de fines del siglo XIX: frente a la antiutopía de nuestra vida cotidiana en las ciudades, solamente el arte nos permite escapar a esa situación de fatiga. Ese es el credo del intelectual moderno…

Fabrice Zimmer: La utopía, así concebida, difiere profundamente de lo que era antes…

Peter SLOTERDIJK: Efectivamente. Es una utopía que ha perdido su inocencia, que ha entrado en la época de la psicología reflexionante. Ya no se opera un descenso al inconsciente del siglo XIX; se fabrica un inconsciente artificial para motivarse uno mismo. Se podría casi decir que hay una especie de nuevo maquinismo humano, porque hemos comprendido que nuestros motores habituales no nos proporcionan suficiente energía y como hoy todos estamos obligados a mostrar que nuestra máquina gira más deprisa que las otras, descubrimos que la utopía puede ser, al mismo tiempo motor y gasolina y que nos permite participar, a nuestra manera, en esa carrera a la felicidad que está en la base de la vida americana desde Jefferson.

Fabrice Zimmer: Se trata, pues, de una utopía en alguna manera, "construida" …

Peter SLOTERDIJK: Las utopías no emanan ya, en efecto, del interior de las personas, sino de fuera de ellas. Este tipo de utopías –si se quiere mantener el nombre- conduce, por lo demás, a una nueva situación social, en que las utopías colectivas se ven reemplazadas por utopías individuales. Y la utopía individual tiene otro nombre menos bello pero también muy eficaz: el éxito. Es necesario preguntarse si la cuestión de las utopías no es simplemente más que el seudónimo actual de esa búsqueda radical, radicalizada, de nuestro tiempo: la caza del éxito. Eso plantea, por lo demás, la cuestión crucial de saber que deviene la utopía de la sociedad solidaria en una sociedad que, precisamente, se quiere, ahora mismo, regida por esa tendencia a la des-solidarización. Porque todo ocurre como si la sociedad estuviese cambiando de estado de agregación. Como el agua que, bajo el efecto del calor, pasa de hielo a estado líquido y después a vapor, algo comparable se produce actualmente en la sociedad: pasando al estado de evaporación, sus partículas elementales se liberan. Me parece que se trata de una tendencia innegable del tiempo presente: los lazos y los valores se redefinen hoy en una tendencia a la inestabilidad creciente…

Fabrice Zimmer: Me parece que lo que dice se ejemplifica bastante bien, en Francia, en la nueva ruptura que aparece entre quienes han hecho la elección de la mundialización neoliberal y tienen éxito en ello, y los otros, los que no llegan a hacerse con la nueva idea central de la modernidad.

Peter SLOTERDIJK: No conozco suficientemente bien la situación francesa como para incidir en este punto. Pero lo que me dice parece verosímil. En ese caso, casi deberíamos concluir que la utopía es el sueño de los perdedores. .. Esto sería la traducción de su discurso del resentimiento contra la "realidad". Dicho esto, si esto es verdad, no habría que reírse de un discurso tal, sino más bien preguntarse cómo se pueden disminuir los estragos causados por esas proposiciones aberrantes sobre la situación del mundo. Porque no tenemos ninguna garantía de hacer el bien a las personas cuando se colabora en su resentimiento. Normalmente, el intelectual no está ahí para hacerse cómplice de las máquinas de ilusiones que dan vueltas a los individuos. Tiene que haber, teóricamente, algo mejor a hacer contra la "realidad". No tenemos ninguna garantía de hacer el bien a las personas cuando se colabora en su resentimiento. Normalmente, el intelectual no está ahí para hacerse cómplice de las máquinas de ilusiones que dan vueltas a los individuos. Tiene que haber, teóricamente, algo mejor a hacercontra la "realidad". Dicho esto, si esto es verdad, no habría que reírse de un discurso tal, sino más bien preguntartenemos nitenemos ninguna garantía de hacer el bien a doxa por la episteme, representa siempre algo bueno, constituye un "progreso". Pero después hemos aprendido algo más sobre la psicología humana. Si, por lo demás, hubiésemos comprendido que la desnuda desilusión no es siempre un medio legítimo de comunicación con quienes tienen necesidad de ilusiones, el papel del intelectual habría cambiado hace tiempo. La estrategia del desvelamiento se habría substituido por una actitud más terapéutica, apta para no empujar a los perdedores de quienes usted me hablaba antes a las relaciones malsanas. ¿Qué es finalmente el fascismo sino la política del resentimiento en estado puro? Para evitar que se desarrollen las corrientes micro y macro fascistas que existen en la sociedad, sería necesario que el intelectual se convirtiese a otra manera de hacer y de pensar; que acepte su responsabilidad social que consiste en impedir que los decepcionados adopten la política de lo peor. Eso es todo lo contrario a lo que se ha visto hasta ahora y todavía recientemente en Austria con el ascenso de Jörg Haider. Hace doce años que voy con regularidad a Austria y hace doce años, Heider era no más que un pequeño político de provincias, ciertamente elocuente pero tímido, timorato, sin importancia ni porvenir. Y fue la izquierda cristiana quien, conduciendo una especie de campaña electoral permanente contra él, a través de una estrategia absolutamente idiota de diabolización, le entregó su energía, fabricó su nuevo poder. El ascenso de Haider es, pues, un ascenso irresistible en las condiciones de la ingenuidad, pero absolutamente resistible desde el momento en que se salga lúcidamente de una lógica bivalente, maniquea, de una visión paranoica del mundo.

Fabrice Zimmer: Un cambio tal implicaría también una nueva manera de construir las utopías sociales, ya no, como antes, partiendo de un sueño personal que a continuación uno se esfuerza por hacerlo "descender" a la realidad; sino intentando hacerlas surgir de abajo, a partir de las tensiones sociales concretas.

Peter SLOTERDIJK: Efectivamente, si la utopía social se confunde con la necesidad de construcción de lazos sociales, con la energía capaz de garantizar la coherencia del grupo, no veo otro medio, si se elimina éste, reactivo, de la paranoia para construir un proyecto común, que hacerlo surgir de las tensiones de la sociedad. No sé si conoce el hermoso librito del ingeniero, utopista y arquitecto americano Buckminster Fuller que lleva por título Manual para gestionar la nave espacial Tierra, pero es exactamente la solución a que llega. Proponía el concepto de una nueva arquitectura, de un nuevo modelo o de paradigma de coherencia constructiva a través de lo que llamaba "tensintegridades", un híbrido construido por el elemento tensión y el elemento integridad. Las "tensintegridades" son arquitecturas en que en que el conjunto se aguanta por la sinergia de elementos que en el fondo no están juntos. Las fuerzas que quieren crear el hundimiento del sistema son los que, de alguna manera, lo mantienen en pie.

Fabrice Zimmer: Es una versión positiva de la observación crítica de Baudrillard según la cual, en la sociedad actual, todo lo que está "contra" acaba por asegurar la permanencia del "por".

Peter SLOTERDIJK: En un cierto sentido, sí. Excepto que en lo que digo no hay de ninguna manera una noción deceptiva, que era propia de los años sesenta, según la cual, se haga lo que se haga, siempre se encuentra "en" el sistema. Pertenezco a una generación que ha definido la utopía como lo que se extrae forzosamente de lo que existe. Era un concepto casi ontológico de la utopía. Pero esa actitud conduce directamente al angelismo o la esquizofrenia. Porque el esquizofrénico es exactamente el que encuentra en la imposibilidad de participar. En el esquizofrénico la reflexión y el sentimiento de no-pertenencia provienen siempre del rechazo a eso que Cioran llamaba "la tentación de existir", porque la tentación de existir se confunde naturalmente también con la tentación de participar. El esquizofrénico no participa porque su lucidez no le permite entrar en el juego. Pero ya no estamos en el tiempo de esa esquizofrenia iluminada: estaríamos más bien en la de los jugadores. Por primera vez permitimos a la realidad de alguna manera hacernos "un hijo por la espalda". Era una metáfora que, como sabe, gustaba a Deleuze pero me parece particularmente exacta: la nueva situación consiste en que, en vez de encerrarnos en un rechazo heroico, en la armadura eterna de nuestros principios, de nuestras reglas morales, aceptamos desde ahora, constituirnos por la realidad. Descubrimos, además, que esa realidad no es siempre la violadora que denunciábamos antaño. No es tan tonta como para eso. Nos acaricia, nos halaga. Tiene también su ironía Por lo demás, mientras continuemos en una lógica de dos elementos, solamente la ironía podrá salvarnos Porqué en el ámbito de la proposición, el hecho es que estamos condenados a escoger entre un sí o un no. En resumen, estamos perdidos. A la espera de una lógica formal rigurosa pero de diversos valores, son las modalidades del espíritu de humor las únicas que pueden liberarnos de la tentación paranoica de nuestras opiniones –a menos, naturalmente, que tomemos la opción de escoger sistemáticamente la actitud positiva en una lógica bivalente cerrada y de disfrutarlo; que no es otra cosa que la definición de sadismo.

 

 

2-. SLOTERDIJK EN BARCELONA.
Mayo 2003. TRES DOCUMENTOS


1.- SLOTERDIJK RECLAMA UNA CONSTITUCIÓN COMÚN PARA EL HOMBRE, LA MÁQUINA Y LA NATURALEZA
La Vanguardia, Barcelona, 7 mayo 2003-05-07

2.- GLOBOS, IMPERIOS Y PROVOCACIONES. El pensador Peter Sloterdijk publica la primera parte de su trilogía "Esferas".
La Vanguardia, Barcelona, 2003-05-08.

3.- LA CONFERENCIA DE SLOTERDIJK EN CAIXAFÒRUM.
Crónica de Ramon Alcoberro, 2003-05-07

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SLOTERDIJK RECLAMA UNA CONSTITUCIÓN COMÚN PARA EL HOMBRE, LA MÁQUINA Y LA NATURALEZA
- La Vanguardia, Barcelona, 7 mayo 2003-05-07

JUAN CARLOS MERINO - Madrid. El pensador Peter Sloterdijk reclama una Constitución común para todos los "ciudadanos" del planeta: seres humanos, máquinas, plantas y animales. Quizá la mejor base para ese futuro texto sea su gran trilogía "Esferas". El primer volumen -"Burbujas" -llega a España de la mano de Siruela, que aprovecha para reeditar "Crítica de l razón cínica", el bombazo que en 1983 descubrió internacionalmente a Sloterdijk (Karlsruhe, 1947)

AUTISMO HUMANISTA "Una teoría define el humanismo como la ideología del hombre desnudo que hay que substituir por el hombre vestido y acompañado de objetos. Este hombre es el que tiene que desarrollar una nueva Constitución ontológica a ser posible antes del fin del siglo XXI. Estos hombres, desnudos hasta ahora, viven en una sociedad más amplia, que incluye máquinas, plantas y animales. Ha llegado el momento de construir una Constitución ontológica que tenga en cuenta a todas las partes. Si esto es un posthumanismo, de acuerdo, pero mejor buscar esta Constitución que incluya a nuestros conciudadanos. Nuestro autismo humanista quizá resultará herido, pero sólo será un dolor pasajero".

UN FALSO MUNDO Para Sloterdijk, la crisis del humanismo no tiene que ver con la guerra de Iraq. "No creo que esta guerra permita deducir que exista un estrecho vínculo con los valores del humanismo. Sí existe una crisis del humanismo ingenuo. La razón es que los seres humanos están aprendiendo, desde el siglo XIX, que están viviendo con una falsa descripción del mundo".

AUTOR DESPEDAZADO El filósofo confiesa haberse hecho pedazos, tres en concreto, para abordar esta trilogía. "La filosofía se ha entendido a lo largo de la historia como criada de la teología y sólo se ha emancipado de ella, tras una larga carrera desde el siglo XVI, a partir del XIX. Yo he experimentado este problema de forma personal con estos tres tomos. Descubrí que no podía hacer un análisis final con la misma voz. Así que despedacé al autor como macrohistoriador, como crítico de literatura y como teólogo".

EL FILÓSOFO TEÓLOGO El teólogo haría tres consideraciones a "Esferas". "La primera -dice Sloterdijk- es que este libro sólo se puede escribir en una etapa postideológica. La segunda es que me gusta el libro porque me insulta de una manera que me resulta afín. Parto de la base de que los teólogos modernos ejercen una profesión sadomasoquista, pues aceptan la humillación de Dios, pero también de otros. La tercera tesis del teólogo es que esta obra tiene tintes casi evangélicos".

DIOSES, MONSTRUOS Sloterdijk propone un nuevo reparto del campo ontológico, "estableciendo un epígrafe común para lo divino y las máquinas". "En este nuevo reparto -añade-, Dios y las máquinas entrarían en el ámbito de los monstruos. Luego estaría el ser humano y luego la naturaleza, pero en su sentido antiguo, antes de la manipulación genética. La capa ontológica de lo monstruosos, aunque sea desagradable decirlo así, sería la superior".

COMEDIA DE LA NECESIDAD Según el filósofo, nos quejamos por vicio. En la ideología clásica y su crítica, el hombre estaba subyugado por las necesidades, sujeto a ellas y se refugiaba en las ilusiones. Ahora ocurre justo lo contrario, vivimos en el lujo y simulamos las necesidades. Es una comedia de la necesidad, queremos parecer más pobres de lo que somos. Es una competencia en victimología: a ver quien padece más por ser lo que es. ¿Qué se puede hacer cuando uno es feliz, rico y libre? Pues suicidarte o hacerte corredor de maratón. El deporte es el síntoma más elocuente de esta descripción de la sociedad moderna: es una transformación de la libertad en una necesidad caprichosa, en un autopadecimiento elegido".

GINECOLOGÍA FILOSÓFICA "Uno de los capítulos de este libro, considerado obsceno por algunos, habla de la ginecología filosófica: es una teoría negativa de lo femenino" En este sentido, según Peter Sloterdijk, "en la facultad de Teología debería crearse una cátedra de Ginecología, sería muy beneficioso para ambos campos.

 


GLOBOS, IMPERIOS Y PROVOCACIONES
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El pensador Peter Sloterdijk publica la primera parte de su trilogía "Esferas".
La Vanguardia, Barcelona, 2003-05-08.



JOSEP MASSOT - Barcelona. Peter Sloterdijk es un pensador alemán que escribe como un francés y que coloca con la precisión de un comunicador mediático su dinamita irónica en los ejes sensibles de la inercia academicista de la filosofía. Sus contundentes opiniones a la contra y sus llamativas propuestas originales, le han dado una imagen de filósofo de moda de la que no ha salido del todo indemne. Pero ni quienes se han ocupado de lincharle en la prensa le niegan el mérito -tan difícil en la sociedad de la desinformación- de haber hecho visible el nuevo debate filosófico, del pensamiento que se ocupa de la vida, del ser-en-el-mundo.

Sloterdijk, que presenta en España el libro que le dio celebridad en Alemania, "Crítica de la Razón Cínica" y el primer volumen de su trilogía "Esferas" -ambos en editorial Siruela- no se pregunta ¿quiénes somos?, sino ¿dónde estamos? Una filosofía espacial en la que el autor, un nietzscheano de izquierdas, combina, renovándolas, numerosísimas fuentes, desde Platón hasta Hegel, desde Heidegger hasta Foucault, el psicoanálisis no-freudiano, el eurotaoísmo, la antropología, la biología moderna o el iluminismo tecnológico. Un material en el que el lector no encontrará sólo -aquí exagera su apuesta poética- al pensador que hizo estallar en mil pedazos la herencia de la ilustración y la creencia en el progreso, proclamó el fin del totalitarismo metafísico y la caducidad de la fatiga nihilista para encarar el mundo contemporáneo y abrió una brecha entre los apocalípticos y los entusiastas de las nuevas tecnologías, incluida la genética.

Sloterdijk había denunciado, en otros de sus escritos el error de la ontología y la lógica tradicionales. No es cierta -decía- la división entre cuerpo y alma, espíritu y materia, sujeto y objeto, libertad y mecanismos, ni siquiera entre el yo y el mundo o, más allá, entre cultura y naturaleza. Porque los avances tecnológicos y los nuevos conocimientos -sostenía- los han convertido en híbridos -hay, por ejemplo, inteligencia artificial- y hacen inviable repetir las mismas viejas preguntas.

El pensador propone, pues, dar por acabado el humanismo. ¿Dónde estamos?, se pregunta ahora. "El hombre -responde- es muy numeroso, ha dejado de ser importante y el humanismo es un confort psicológico para el 5% de las personas. No olvidemos que el imperio romano, que aspiraba a ser mundial, reunía a 30 millones de personas, cuando cualquier estado-nación, como Italia o Francia, dobla esta cifra".

En su trilogía "Esferas", Sloterdijk ensaya una teoría de la intimidad, del espacio interior, para explicar su concepción general del mundo y de la historia. La diferencia ontológica de las aves y de los reptiles con los mamíferos -es decir, también el hombre -es que se constituyen como seres en la coincidencia del nido con el con el cuerpo materno, la caverna confortable y protectora, una utopía biológica que el ser humano intenta recrear, fuera del cuerpo de la madre por medio de construcciones científicas, ideológicas o religiosas. En el libro habla desde las microesferas íntimas, de las parejas no eróticas, sino ontológicas, los gemelos, la relación feto-placenta, individuo y colectividad, alma y Dios, y también de esas grandes esferas o "úteros fantásticos para masas infantilizadas" que son los imperios o los estados-nación. Unas estructuras políticas -dice: "que se comunican como los paranoicos, imponiendo su forma patológica del monólogo: el paranoico habla con el otro en su propia mente".

En el tercer volumen -aún por publicar- Sloterdijk desarrolla la teoría de que el hombre ya no puede construir el todo a partir de su posición en el mundo, de su exigencia de intimidad, porque allá donde mire encuentra la extrañeza, absoluta e inquietante, muerto Dios y hecho añicos el cosmos, vacío de sentido.

Sloterdijk ve al hombre hoy como una persona asegurada, que vive no en casas, sino en pisos de una habitación, prolongación de la piel humana. Individuos que viven cómodos en el interior de una burbuja en una sociedad individualista en la que se da un corto circuito narcisista: el hombre que no necesita recurrir al otro, creándose la ilusión de formar pareja consigo mismo.

Sloterdijk, que intervino ayer en el ciclo de pensadores contemporáneos organizado por CaixaFòrum, desmitifica la novedad de la idea de globalización. "Primero fue la globalización metafísica, la cosmogonía griega, después, a finales del siglo XV, la globalización náutica; el cosmos eran la Tierra, el globo terráqueo y la esfera celeste, hasta que en el siglo XX el globo celeste desaparece y la Tierra se queda sola. La tercera etapa, la actual, sería la globalización electrónica informática, en la que -dice Sloterdijk- los hombres superan las distancias, y el mundo vuelve a hacerse más pequeño, porque si la segunda etapa generó el cosmopolitismo, la tercera globalización produce un provincianismo global.

 

3.- LA CONFERENCIA DE SLOTERDIJK EN CAIXAFÒRUM

Crónica de Ramon Alcoberro, 2003-05-07

 

 

Los filósofos también van de gira. Si hoy es martes, esto es Bélgica. El seis de mayo en Madrid, el siete en Barcelona y el ocho en Sevilla. Rueda de prensa y conferencia-coloquio con frases para titular periodístico asegurado. El autor de las REGLAS PARA EL PARQUE HUMANO es capaz de lo mejor y de lo peor. Y, además, todo mezclado.

Se reúne en CaixaFòrum el pequeño mundo filosófico local -o por lo menos aquella gente del pequeño mundo filosófico local a la que todavía no le han caído los anillos por conversar con el vecino. Hace muchos años, cuando en 1984 vino al Centre de Cultura Contemporània a presentar la CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA, éramos muchos menos. Servidor incluso le pidió un autógrafo.

Peter Sloterdijk nos es presentado como "pensador crítico", y dado el incomparable marco que nos acoge, el cronista sonríe. ¿Se puede ser pensador crítico en un curso de la Caixa?. ¿Quién escribirá algún día la Crítica de la Hipoteca Pura?

El presentador del acto nos comunica, además, que Sloterdijk es un pensador "polémico"; pero en cuanto éste toma la palabra, lo primero que hace es desmentirlo. Comunica, pues, al respetable, que él es un pensador "hiperbólico", tipo parecido pero diferente al del "pensador crítico". En los siglos 19 y 20 la crítica ideológica "intentaba atacar al otro a corazón abierto o, mejor, a cerebro abierto", pero ahora la crítica es des-moralizada, no se puede hacer crítica en nombre de una verdad. Será eso, piensa uno, y se arremolina en su silla.

Sloterdijk comunica además al respetable que desearía hacer una introducción a ESFERAS, un denso esfuerzo de 2.500 páginas, cuyo tercer volumen se publicará en octubre de este año [2003] "Esferas -nos dice- es el libro que hubiera tenido que escribir Heidegger" pero (gracias sean dadas a los dioses) sólo hasta el párrafo 30 "luego cambia de dirección". Lo que se intenta comprender es "Qué significa cuando Heidegger dice que el hombre es el ser que está en el mundo". "Yo quiero saber qué significa "estar en el mundo". Propongo rechazar la trivialidad filosófica de decir que, en el mundo, el hombre "es"".

A continuación resuelve (o eso cree él) el problema diciéndonos que: "los animales nacen; el hombre ve la luz del mundo". El hombre, a su vez, excele y sufre de la incapacidad de ser un animal. Los animales viven en un entorno y dependen de un hábitat. El hombre -en cambio- "ve la luz del mundo" y eso conlleva una "implicación ontológica". Sloterdijk realiza luego un largo excurso por el concepto de "neotenia", es decir, del hecho de que el hombre alarga su morfología juvenil y fetal, como efecto secundario de ser un animal que proviene del nido y de la caverna, que actúan como un segundo claustro materno.

Define al hombre como "feto llegado a la madurez sexual de un primate". El concepto de neotenia se forjó en 1926 y un servidor ya se lo había oído explicar al Dr. Gomà, mi profesor de antropología filosófica en el Alma mater barcelonesa, en los años de 1970, pero el personal quedó gratamente impresionado por la definición sloterdijkina, recibida que fue con general regocijo. Parece que, efectivamente, algunos oyentes aspiran a alcanzar la madurez sexual de un primate. De todo habrá en la viña del Señor.

A partir de aquí Sloterdijk, que conoce el percal, empieza a dar titulares: "Los hombres son animales en una incubadora", "El homo-sapiens es un efecto hivernadero", "Somos más parientes de las orquídeas que de los simios". No justifica ninguna afirmación, pero se supone que para eso ha escrito 2.500 páginas. Habla, luego, de una "Ginecología negativa" y nos comunica que para ser como los chimpancés y los gorilas necesitaríamos un tiempo de gestación de 21 meses. Que son 9 meses de embarazo más un año de cuna, según parece. Llegado este punto, el cronista se pregunta para qué querría uno ser chimpancé. Será que alguien me lo ha contado mal, pero yo tenía entendido que un nietzscheano no aspira a chimpancé, sino a Super-hombre. Aunque eso debe ser del siglo 19. Total: que "el hombre es un ser neoténico dependiente de la lengua".

El segundo volumen de ESFERAS está puesto bajo la advocación de Gaston Bachelard y lleva por título MICROESFEROLOGÍA. "En este segundo volumen he intentado explicar la novela del alma", se incluye aquí el desmembramiento de la ciudad y la creación de la ideología por efecto de esa crisis. Sloterdijk no puede evitar tampoco su tendencia a la frase campanuda: "El acróbata del optimismo hace un malabarismo sobre el mejor de los mundos". O -contra los teólogos: "Al pueblo le gustan los hombres que tienen "un affaire" con lo imposible". Por lo menos una de sus frases es plagio. Cuando nos dice que el optimista revolucionario es el que cree que la bala tiene razón pero no el muerto, servidor protesta en voz baja. Eso ya se le oí hace casi veinte años a André Gluksmann.

Finalmente el tercer volumen parece ofrecer más. Para empezar se pone bajo el patrocinio intelectual de Gabriel Tarde. Y es aquí donde el cronista cree que se empieza a hablar de filosofía. Sloterdijk propone que "pensar la ligereza representa el proyecto de la cultura moderna en general". Y añade: "Pensamos en el lenguaje de la ideología, de las cosas densas y pesadas. Los pensadores desean una vida dura y pesada; no dan crédito a la fragilidad". Recuerda que ya Hegel había notado que en el mundo moderno la ligereza y el aburrimiento han penetrado todas las cosas.

Desgraciadamente también en este tercer momento le da por hacer frases del tipo: "Un romántico es un católico que se ha vuelto loco, pero que todavía no sabe que mañana se despertará protestante y cuerdo". Pues, qué bien. Como el cronista no es muy partidario de la cosa deportiva, se queda, sin embargo, con otra idea. "Vivimos en una época de humor. El signo de la época moderna es el deporte, que cubre las necesidades de todos aquellos que, a partir de la frivolidad, buscan el esfuerzo".

La propuesta que parecía más interesante, pensar la fragilidad como ser-en-el-mundo, no llega a cuajar en la conferencia. Tal vez sea incompatible con 2.500 páginas de texto. Y sobretodo es incompatible con el narcisismo de un Sloterdijk que no me recuerda en nada al accesible profesor alemán que vi en 1984. El "pensador en escena" ha matado a la escena del pensamiento. En el debate nos dice que no está por el optimismo ni por el pesimismo "sino por la vía intermedia que es la tragicomedia, tristes porque alegres y alegres porque tristes". Y uno regresa a casa pensando que tal vez sea eso, (aunque suena a estoico), pero que puede decirse sin engolar la voz, sin dárselas de Heidegger y sin acudir a la antropología recreativa. El Sloterdijk de la CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA y el crítico de las utopías tenía francamente más interés.