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AGUSTÍN: VOCABULARIO BÁSICO

 

ALMAS: Todo viviente está dotado de un alma. Distingue ente ‘anima’ (en femenino) como principio de vida y movimiento, y ‘animus’ (masculino) que designa el alma racional (‘mens’). El alma es individual y ‘capaz de Dios’, de manera que sólo en Él encuentra reposo. Por ella llegamos a Dios (‘más íntimo que mi propia intimidad’). Agustín dice querer conocer absolutamente sólo dos cosas: Dios y el alma (Soliloquios, I, 2,7). 

AMOR/CARIDAD:
El amor es el centro de su obra. Designa el principio que pone al alma en movimiento. Es el principio de todas las virtudes. Culmina en la caridad forma suprema de amor en la medida que es amor sin reservas. No puede confundirse con la ‘dilectio’, (‘cupiditas’, ‘libido’), algo físico y cuyo origen es el pecado original. El verdadero amor es el amor de Dios.

CÍVITAS/ CIUDAD: El ‘saco de Roma’ le permite elaborar la diferencia entre el orden temporal y el orden espiritual. Su tesis (básica en la filosofía cristiana de la historia) es que los cristianos, sin renunciar a una patria temporal, tienen en realidad un destino transcendente: la ciudad de Dios. Ambas ciudades, esencialmente distintas, nacen de dos ‘amores’: el amor de si (hasta el desprecio de Dios) funda la ciudad de la historia humana que ‘pide su gloria a los hombres’ (Civitas dei, XIV, 2). El cristiano, en cambio, se orienta a la voluntad de Dios. La tesis de las dos ciudades prohíbe sacralizar cualquier institución temporal (incluso la Iglesia en tanto que institución temporal, para los más radicales), pero no prohíbe la defensa de la patria.   

COGITO: Agustín es presentado a veces como antecedente del ‘pienso, luego existo’, porque afirma que ‘si me engaño, soy’. Pero el ‘yo pienso’ cartesiano es substancial, mientras que el ‘yo pienso’ agustiniano depende de Dios.  

FE: El tópico agustiniano insiste en que hay que ‘creer para entender’, pero para el autor no son términos opuestos, sino que fe y razón son ambas necesarias para comprender lo que realmente le importa, que es la verdad. Son dos caminos que conducen al mismo lugar. La fe, sin embargo, no es suficiente, puede buscarse sin hallarla jamás, se necesita también la ‘caritas’, don y gracia divina. 

GRACIA: La condición básica y gratuita de la salvación. Los hombres, heridos en su condición humana por el pecado, no lograrían por sus propios esfuerzos obedecer al mandato divino (y por lo tanto, salvarse) más que mediante la gracia. Sin embargo, la gracia, siendo condición necesaria para la salvación, no es condición suficiente, pues los humanos pueden hacer mal uso de su libertad. 

LIBERTAD: El ser humano no es una marioneta en las manos de Dios. La voluntad libre no es destruida por la gracia divina; pero sin la gracia, la libertad nos llevaría al pecado. 

MAL/PECADO: Teoría que conviene situar en su polémica con los maniqueos (de los que Agustín había sido miembro). Para Agustín el mal no existe sino en tanto que privación del bien. El mal moral consiste en el mal uso que los hombres hacen de su libre arbitrio.

SER: La doctrina agustiniana del ser se inscribe en una perspectiva que es, a la vez, indisociablemente filosófica y religiosa, de acuerdo a la exégesis más habitual de Éxodo, 3,14: ‘Yo soy quien soy’. Dios es el ser por excelencia, la fuente perfecta de todas las existencias por Él creadas ex nihilo, Y Aquél a quien todas las criaturas tienden. Pero el Agustín de la madurez (Homilías sobre el Evangelio de Juan, 38,8) insiste en la dificultad de comprender este versículo. En su juventud, Agustín no concebía el ser (y por lo tanto a Dios), más que de manera material. Bajo la influencia neoplatónica pasó a considerar Dios como un ser de naturaleza inmaterial, inmutable y espiritual cuya actividad creadora, dadora de ser y de existencia, es continua y gratuita. A través del alma, inmaterial, el hombre puede aproximarse al Ser inmaterial e inteligible que es Dios.         

TIEMPO: El tiempo no existe antes de la Creación y es relativo a las cosas creadas. Pero existe también una conciencia íntima del tiempo y de su esencia fragmentaria desde el punto de vista humano. Para Agustín, en el presente vivido por el alma es posible la coexistencia del pasado y del futuro. Por eso cuando a alguien le preguntan qué es el tiempo no lo sabe, pero en cambio, cuando no nos preguntan, lo sabemos.

 

 

 

Adaptación libre (e incompleta) de un artículo de Jean MONTENOT, publicado en LIRE, (nº 400), noviembre de 2011, en el dossier de esta revista sobre San Agustín. Material exclusivamente para uso escolar. [Traducción y adaptación, R. Alcoberro]