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¿EN QUÉ SENTIDO USABA DESCARTES EL CONCEPTO DE «IDEAS INNATAS»?

RESPUESTA A UNA PREGUNTA.

Ramon ALCOBERRO

La contraposición entre racionalismo y empirismo se puede presentar esquemáticamente a la luz de un elemento principal: los racionalistas defienden la existencia de ideas innatas y los empiristas las niegan. Pero hay que ir con mucho cuidado con la expresión ‘ideas innatas’. Si se entiende por ‘idea’ un ‘juicio de adecuación’, es decir, ‘el juicio que establece la correlación entre la noción y la cosa que dicha noción representa’, entonces las ideas no son innatas y Descartes jamás dijo cosa tal.

 

Que tenemos ‘ideas innatas’ significa para Descartes que el criterio de verdad y falsedad, o incluso la noción de lo verdadero o de lo falso, no pertenecen a la experiencia sino que corresponden a una intuición y a una evidencia universalmente compartidas.

 

Puedo equivocarme al decir ‘este cuadro es de Joan Miró’ (podría ser una falsificación) pero la idea de ‘verdadero’ o ‘falso’, y la capacidad de juzgar de acuerdo a lo ‘verdadero’ y lo ‘falso’, la poseo innatamente. Eso es lo que quiso decir Descartes al proponer la teoría de las ideas innatas.

 

En un juicio que se basa en la experiencia no tiene sentido suponer que tenemos ‘ideas innatas’. Necesitamos un juicio de experiencia, verídico, para afirmar, por ejemplo, que un experimento en genética ha sido correctamente realizado. En cualquier ámbito del saber (tanto externo como interno) Descartes funda el saber en la experiencia. En la ‘Cuarta meditación’ de sus MEDITACIONES METAFÍSICAS, Descartes dice que Dios nos ha dado capacidad de razonar pero no la de no equivocarme —y eso es importante no olvidarlo porque nadie puede alegar que tiene una ‘idea innata’ a la manera de una supuesta inspiración divina. Las ‘ideas innatas’ no son tampoco ningún don o el producto de una supuesta inspiración. De igual manera, sin estudiar composición, perspectiva o teoría de los colores uno no puede decir que es ‘artista’.

 

Desde un punto de vista cartesiano, el conocimiento racional de las ideas ‘claras y distintas’ depende a la vez de: (1) el poder del entendimiento humano, que siempre es finito y (2) de la ilimitación de la voluntad. Si la capacidad de comprender la idea de ‘verdadero’ o de ‘falso’ es innata, ello no reemplaza jamás  la experiencia constitutiva del mundo tal cual la percibimos. Intelecto y voluntad constituyen los juicios y sólo de esos juicios podemos decir que son verdaderos o falsos. En ningún caso se trata de eludir la experiencia del mundo y del propio yo que está en la base misma de la materia de dichos juicios.

 

Las ideas innatas son solo (junto a las ideas ‘adventicias’ y a las ‘facticias’), uno de los tres tipos de ideas de las que disponemos. Que Descartes sea un racionalista, no significa que no fuese también un filósofo que realizaba experimentos (por ejemplo sobre el funcionamiento del sistema nervioso). 

 

En definitiva, las ideas innatas son una intuición intelectual que conocemos a la luz natural de la razón (son una forma de ‘bon sens’, por decirlo al modo de Descartes) y, como tales, constituyen una evidencia universalmente compartida, que cualquiera tiene (todo el mundo sabe que incluso para ‘pensar que no piensa’, necesita pensar), sin que ello implique nada sobre la verdad o falsedad de una experiencia en concreto.