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¿EN QUÉ SENTIDO DESCARTES ES SIGNIFICATIVO HOY?

RESPUESTA A UNA PREGUNTA.

Ramon ALCOBERRO

Después de Freud, que mostró la existencia de un inconsciente sobre el cual la Razón se sostiene precariamente, la modernidad ha sido muy poco cartesiana. Con la psicología contemporánea, el dualismo res cogitans / res extensa, nos parece inevitablemente cosa del pasado y tendemos a considerar que no existe una autonomía real de la mente frente al cuerpo. Hoy el ‘yo pienso’ es cada vez más un ‘pienso que pienso’ que se retrotrae infinitamente; pero en el fondo uno no está nunca demasiado seguro de si lo que ‘pienso que pienso que pienso’ no será más que una ilusión emocional, inculcada por medios de comunicación y, al límite, por el marketing y la publicidad que manipulan el deseo. Nuestra duda en tanto que modernos es existencial (afecta a nuestra propia coherencia) y no metódica.

 

La conciencia del ‘ego cogito’ como ‘yo soy el sujeto’, ha sido también puesta en cuarentena por el marxismo y el estructuralismo, cuya obsesión fundamental ha sido la de reducirlo todo a líneas de fuerza que nos superan y sobre las cuales no tenemos ningún poder. Hoy no es nada claro que el ‘yo’ sea una evidencia clara y distinta: en cualquier yo hay muchos otros ‘yoes’ que tienen un fundamento que parece más emocional que racional. Se habla más de ‘inteligencia emocional’ que de razón y de lógica en el sentido clásico.

 

El ‘yo soy, yo existo’ cartesiano, sin embargo, es la base de la autonomía personal. La experiencia de la duda absoluta, que denomina ‘hiperbólica’ (del griego hipervolé, que significa ‘excesivo’), atañe al conocimiento del mundo y no a la coherencia del yo que piensa. Y esa duda, en todo caso, fracasa ante la evidencia fundante, la intuición del propio pensamiento como algo que supera cualquier objeción y que cualquiera puede constatar por si mismo. Para Descartes, afirmar que ‘yo pienso’ constituye el núcleo mismo de la afirmación del sujeto. Y, en consecuencia, sólo desde el ‘yo pienso’ adquieren los humanos  conciencia de su misma libertad. Porque ‘yo soy’ (Porque soy un sujeto pensante)  hay un mundo que se me abre. Y por eso mismo la duda cartesiana es metódica: dudo del mundo, del conocimiento adquirido, pero no de mi mismo. La duda metódica no es la duda existencial, que Descartes ignoraba y que, sin embargo, constituye el núcleo mismo de la conciencia moderna (y desgraciada).

 

Descartes situó el sujeto más allá de cualquier enraizamiento biológico y al margen de cualquier lucha por la vida. Hoy, sin embargo, sabemos que cualquier ser vivo es ‘sujeto’. Toda cosa viva dice ‘yo soy, yo existo’, en ese sentido cualquier viviente tiene un ‘cogito’. Si hay un ‘error de Descartes’ es el de haber distanciado un sujeto metafísico (no integrable en una concepción científica) y un sujeto físico, material, sin integrar el ‘yo’ en una continuidad con el mundo. Pensamiento y mundo externo (res cogitans / res extensa), deben ser pensados no como una oposición sino como un bucle, como una mutua implicación, en que incesantemente el uno crea al otro. Del pensamiento cartesiano heredamos una autoafirmación del sujeto y hoy lo que necesitamos es un nuevo racionalismo cuya fuerza estribe no en la separación sino en la integración. No podrá lograrse, sin embargo, el nuevo paradigma (cuya necesidad han postulado en el siglo pasado teólogos como Raimon Panikkar o filósofos como Edgard Morin y que desde Aldo Leopold está en la base de todo el pensamiento ecologista), sin asumir el principio de la ‘duda metódica’ y sin interiorizar la conciencia, ‘clara y distinta’ de que pensar metódicamente es tratar de poner orden y (en lo posible) evidencia en la complejidad que nos envuelve.

 

RESPUESTA UNA PREGUNTA QUE LLEGÓ POR CORREO ELECTRÓNICO, Navidad de 2011.