VÍCTOR-M. AMELA - 16/01/2008
Un clásico
Es un señor pequeñito, de mirada rasgada, inquieta e inteligente. Y de afable conversación. Ha estado en el Cercle d´Economia hablando de la relación Estados Unidos-Europa. En 1989 publicó un libro célebre, El fin de la historia y el último hombre, que provocó tsunamis de controversia y que ya es un clásico de la politología contemporánea. Alineado entonces con los pensadores del neoconservadurismo, hoy él mismo critica derivas que su obra alentó en la política exterior de su país, comandada por un Bush del que ya se siente lejos. Hoy reflexiona sobre eso en sus obras y es miembro del consejo presidencial sobre bioética, "porque conviene vigilar eventuales abusos de la biotecnología".
Tengo 55 años. Nací en Chicago, crecí en Nueva York y vivo en Washington. Soy politólogo. Estoy casado y tengo tres hijos, uno en la universidad y dos en el instituto. ¿Ideología? Creo en la democracia. Soy hijo de protestantes, pero no practico ninguna religión
¿Seguimos en el fin de la historia?
No se me entendió bien.
¿Qué quiso decir?
Que la idea de que la estación de destino de la historia era el socialismo naufragaba con la caída del Muro. Y, por tanto, la verdadera terminal era el liberalismo democrático.
¿Lo saben China y Rusia?
Los gobernantes chinos saben que están sobre un volcán social, y acabarán por dar voto a su población. Y si los gobernantes rusos se corrompen, la siguiente generación impulsará la regeneración democrática.
¿Y Chaves, qué?
Los venezolanos no quieren ser otra Cuba: le frenan en lo de perpetuarse en el poder.
¿Qué diría Marx si levantara la cabeza?
¡Nuestro mundo le sorprendería! ¡Vería musulmanes en Europa! Y vería que el conflicto ya no es tanto de clases sociales como de identidades, nacionalismos y religiones, sobre todo en el Primer Mundo.
¡Lo espiritual por delante de lo material!
El sentimiento de pertenencia a un colectivo, diría yo.
La utopía de una sociedad sin clases ¿se conseguirá?
Más valioso que eso es conseguir movilidad social: que el que esté abajo tenga posibilidades ciertas de ascender si lo quiere y se esfuerza. Y esto sucede en mi país.
Y también sucede en Europa.
Pero no tanto: Europa proviene de sociedades muy estratificadas, con gremios, con clases... Y aún conserva cierta rigidez social.
¿Cómo mejoraría usted eso?
Promoviendo una mayor flexibilidad en el mercado laboral. Thatcher lo hizo bien.
Hacer eso puede desencadenar lacerantes desigualdades sociales.
Sí, y no hacerlo compromete la prosperidad económica del conjunto. Hay que elegir, ustedes tendrán que elegir.
Usted eligió apoyar la guerra de Iraq, señor Fukuyama. ¿Arrepentido?
Yo apoyé derrocar al sanguinario dictador Sadam, y no me avergüenzo, aunque sí lamento la incompetencia para gestionar la ocupación. Bush no supo preparar un futuro mejor para los iraquíes. En seguida lo vi y denuncié tanta incompetencia.
Zapatero retiró las tropas españolas.
Después de un atentado como el del 11-M quizá no fue la mejor decisión... Pero discúlpeme, por favor: prefiero no entrometerme en política interna española...
Pues dígame qué opina de que Obama prometa también retirar las tropas.
Me gusta Obama. No es un resentido, no es un rencoroso, no está rabioso, es un tipo razonable, centrado, que no polariza posiciones, y eso me gusta.
¿Cree que podría gustar más al electorado que Hillary Clinton?
Obama no está asociado a las consabidas dinastías políticas (Bush, Clinton...) y eso juega a su favor. Hillary ha estado en luchas de poder demasiado polarizadas, lo que produce rechazo. Ella falló en aquel prepotente intento de reforma del sistema sanitario...
¿En qué falló Fukuyama?
Confié en el buen juicio de Estados Unidos para usar su poder en el mundo con una buena gestión de los derechos humanos, la democracia, el freno al terrorismo... Y Estados Unidos ha demostrado incompetencia.
La democracia ¿puede imponerse por la fuerza?
O una sociedad la abraza voluntariamente o no hay manera. Pero la fuerza ayudó a llevársela a los alemanes, a los japoneses...
¿No sería porque estaban muy hartos de autoritarismo y guerra?
Bien, pero yo no rechazaría absolutamente la fuerza como palanca para remover situaciones injustas, como en los Balcanes...
¿Y por eso quiere Bush atacar Irán?
Apruebo la política del palo y la zanahoria, pero quizá Bush insiste demasiado en el palo y recurre poco a la zanahoria.
¿Ha ido con zanahorias a Palestina?
Pero tarde, porque ahora está Hamas en Gaza y todo es más difícil...
¿Cuál es su mayor reproche a Bush?
Enquistarse en el unilateralismo, no esmerarse en que los países vean a Estados Unidos como socio legítimo, no conseguir una mayor cooperación internacional.
¿Qué queda del proyecto para el nuevo siglo americano que usted propugnó?
Me limité a firmar un par de cartas, pero me fui alejando con mis críticas a las políticas unilateralistas de Bush. Sólo persiste en aquel neoconservadurismo Giuliani: no lamenta nada, ¡es un super-Bush!
Que se musculó tras el 11-S... Aquel día ¡qué vulnerable fue su país!
Bin Laden trazó un plan ambicioso, cogió al país con la guardia baja... y tuvo mucha suerte. Hoy no le resultaría tan fácil.
¿Qué debería hacer Estados Unidos para caer mejor en el mundo islámico?
Se trata de que esos países gocen de más halagüeños horizontes económicos y sociales. Pero ahora el peligro es el deterioro de Pakistán, porque... posee ojivas nucleares.
¿Qué propone usted hacer?
Propiciar unas elecciones limpias que alumbren un gobierno con plena legitimidad.
Hoy es usted asesor sobre bioética...
Sí, nos conviene controlar los excesos de la biotecnología, que entraña peligros...
¿Qué es más peligroso para el ser humano, la religión o la ciencia?El ser humano.
Publicat a La Contra de La Vanguardia, 16 de gener 2008