Second slide

LA INTERSUBJETIVIDAD EN HUSSSERL

 

Los volúmenes XIII-XIV-XV de las Husserliana (Obras Completas de Husserl) significaron una revisión del concepto de “intersubjetividad” que, como doctrina digamos que “oficial”, está definido en la Quinta de las Meditaciones Cartesianas. Hoy suele darse por sentado que existen tres figuras diferenciadas, no concurrentes sino complementarias, de la experiencia intersubjetiva.


1.- La empatía individual (Einfühlung): es la primera figura, la más precoz y la más constante. Coincide en términos generales con la figura de la intersubjetividad de las Meditaciones. La dificultad de mi ego (monádico) para abrirse a los otros, me constituye. Soy un ser singular y, por lo tanto, el mundo se constituye alrededor de mí. Pero a la vez no puedo pensar al otro como una “cosa”, porque se me parece (física y emocionalmente). Solo puedo pensar al otro como “alter ego” de mi mismo. Como un ego que se me parece, como una analogía de mi yo con el de los otros. A mitad del camino entre la oposición dual y la identificación unitaria. La carne, el compartir las experiencias sensibles, (pasear, intercambiar experiencias, recuerdos proyectos...), nos lleva a acoplarnos mutuamente. Hay una interafectividad, una co-presencia, en que cada uno recoge del otro vivencias compartidas.
2.- El otro como extranjero. Como han visto Sartre y Levinas hay una violencia inevitable en las relaciones con los otros: Mi mundo natal (Heimat) me marca de una manera profunda y me diferencia. Pero también hay un montón de experiencias cotidianas (tomar el metro, por poner una experiencia banal) en que me siento extranjero a los otros, en que nada me vincula personalmente a esa masa anónima y difusa. Pero incluso en ese caso hay una experiencia, más o menos confusa, de los lazos intercomunitarios, transindividuales. Cuando estoy en un jardín público, por ejemplo, sé que no es mío, que lo comparto con gentes a quienes no conozco y eso genera una dinámica de vínculos comunitarios.
3.- La comunidad interreductiva. Mientras las dos posibilidades anteriores de la intersubjetividad plantean figuras opuestas del otro (próximo/lejano, amigo/enemigo, familiar/extraño…) en los tres volúmenes ya referidos de las Husserliana aparece otra opción posible. No solo hay un alter ego en el mundo-de-la-vida (en la experiencia). Si mi ego se expresase solo en la relación social, ¿cómo podría yo ser consciente de mi propia interioridad?, ¿cómo podría entender la singularidad enigmática del otro? Husserl necesita aquí a la psicología profunda. Lo que nos lleva tomar conciencia de la comunidad intersubjetiva son las experiencias internas de desdoblamiento del ego (eso que Machado llamó conversar con el hombre que siempre va conmigo), suscitadas a veces por el recuerdo, por la reflexión o por la imaginación. Yo mismo estoy constituido por mi diálogo interior y por mi experiencia íntima, que a la vez es la que nos abre a los otros. Es mi conciencia misma de que mi yo es alterado por ese diálogo interior, es decir, de que no es algo granítico, ni construido en piedra berroqueña para durar eternamente, lo que me abre a la experiencia intersubjetiva. Es en mi mismo donde tomo conciencia de la alteridad que me constituye. El ego mismo está constituido (y habitado) por esa alteridad, por las diversas voces que resuenan en mí.
La comunidad de esos egos conscientes los unos de los otros, atentos y vigilantes, es lo que constituye la intersubjetividad.

Resumen de Natalie DEPRAZ: Husserl, París: 1999.