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ENTREVISTA CON PHILIP PETTIT
Daniel GAMPER

La Vanguardia, Suplemento “Culturas”, Barcelona 4 de agosto de 2004


(...) D. Gamper: ¿Tiene sentido el republicanismo en una monarquía parlamentaria como la española?

Ph. PETTIT: Es importante señalar que el republicanismo no es antimonárquico. Tomemos el caso de Inglaterra, en donde no era así. Para comprender el sentido profundo del republicanismo vale la pena saber por qué está conectado con el sentimiento antimonárquico. El concepto central del republicanismo es de la libertad como no-dominación, es decir, la oposición al amo. Y el amo más obvio es el monarca absoluto. De ahí la vinculación entre republicanismo y oposición a la monarquía. Pero el caso de la democracia constitucional es otro, ya que en él el monarca no es una amenaza semejante. No obstante, el otro día cuando hablé con Zapatero le sugerí que para evitar ese matiz antimonárquico podía utilizar también el término “civicism”, en español “ciudadanismo”, un término que señala el aspecto básico del republicanismo: que no debe haber dominación.

¿Qué discrepancias básicas señalaría entre el republicanismo y la doctrina política imperante en Occidente, el liberalismo político?

Hay que distinguir entre las diversas concepciones del liberalismo que se concretan en un amplio abanico de regímenes políticos. En primer lugar, encontramos el libertarismo del gobierno mínimo y de la individualidad máxima. No me parece un régimen muy atractivo porque promueve unas desigualdades enormes, mucho peores que las que existen actualmente, en definitiva, mucha dependencia. Hay también el liberalismo de izquierdas representado por Rawls, que se concreta en un régimen no muy alejado del que tiene en mente el republicanismo. A mi parecer, sin embargo, este liberalismo hace hincapié en los aspectos incorrectos. Cuando los liberales de izquierdas argumentan que un régimen así concedería una libertad igual a todos, un nivel decente de vida para los pobres, cierta igualdad, etc. Una serie de valores que conforman a fin de cuentas un popurrí. Por el contrario, aunque el lugar al que quiere llegar el republicanismo no es muy diferente de aquél al que quieren ir los liberales de izquierdas, llega al mismo destino por un camino mucho más sencillo, ya que empieza por una visión mucho más simple y coherente de la vida social. Y se resume en el concepto mencionado de libertad como no-dominación.

¿En qué régimen político encontraría su concreción el republicanismo?

Hay que pensar tanto en la deseabilidad del régimen en cuestión como en su realizabilidad. Existen, efectivamente, diversos regímenes en los que se podría concretar el republicanismo. Si pensamos en la socialdemocracia entendida como un régimen en el que hay democracia, respeto por la libertad individual y redistribución económica para lograr el bienestar de los desfavorecidos, entonces pienso que la socialdemocracia sería un buen ámbito para el desarrollo del republicanismo. Pero a partir de la base republicana se podría llegar también a otras conclusiones.

¿Qué concepción del ser humano se presupone en el republicanismo?

Las doctrinas políticas siempre se comprometen con una determinada imagen de la naturaleza humana. El republicanismo pone el énfasis en la independencia en las relaciones entre los individuos. Al mismo tiempo presupone que los seres humanos son esencialmente sociales.

Pasemos a una cuestión actual en el debate político: los neoconservadores americanos ¿Piensa que estamos ante una doctrina política sólida?

Primero hay que preguntarse si el conservadurismo en general es una teoría política. Su afirmación básica es que si las cosas van bien no hay motivo para cambiarlas, porque no siempre podemos predecir lo que sucederá si realizamos cambios, ni sabemos qué cambios habría que realizar para lograr los fines deseados, de modo que cualquier intento de cambio puede crear más problemas de los que solventa. El conservadurismo afirma también que deberíamos tratar nuestros acuerdos sociales, nuestras instituciones, nuestra cultura, con cierto grado de respeto. Deberíamos estar agradecidos por la estabilidad que nos han concedido las instituciones, porque no hay muchas instituciones que logren esa estabilidad. Así, en general afirma que si hay que cambiar mejor hacerlo lentamente.

¿Es este un rasgo propio de todas las formas de conservadurismo, incluido el llamado neoconservadurismo?

En cada caso particular el conservadurismo decide conservar cosas diferentes. Los ingleses la Cámara de los Lores, en América el Congreso y la separación Estado e Iglesia. Hay por tanto diversas formas de conservadurismo en función de los países. Por lo que se refiere a los “neocons” creen en el valor de determinadas instituciones y valores americanos. En el ámbito doméstico son conservadores tradicionales, aunque tienden a estar bastante a favor de la religión, lo cual no es realmente conservador, sino que debe ser considerado como un aspecto independiente de la doctrina en sentido estricto. Hasta aquí no habría necesidad de usar el prefijo “neo”.

¿Dónde radica entonces su novedad?

Lo nuevo de estos conservadores parece ser el hecho de que están dispuestos a ser conservadores en relación con América y revolucionarios con el resto del mundo no occidental. Afirman que hay unos valores que son los que realmente importan y de ahí concluyen que es legítimo usar la fuerza para imponerlos. Como doctrina es extraordinaria, una verdadera contradicción en términos: ¡un conservadurismo colonizador! Por lo que se refiere a su concreción política basta con ver la invasión de Iraq. Los neoconservadores la siguen apoyando a pesar de que se ha demostrado que no había armas de destrucción masiva. Si lo comparamos con la actitud de los conservadores en materia económica, que normalmente no es demasiado arriesgada, vemos que los neocons adoptan una actitud alcista en política exterior. Es una filosofía política incoherente.

¿Cree que se puede defender la pretensión neoconservadora de imposición de la democracia?

Los neocons se consideran a sí mismos los creadores de la ley respecto a otras culturas. Es una filosofía, en el fondo, muy ingenua. No se trata de americanos maliciosos, creo que en general tienen buena voluntad, desean llevar el modo de vida americano al resto del mundo. Es ingenuo porque creen que los otros pueblos aceptarán la democracia como un regalo. No se dan cuenta de que se están poniendo en el lugar del amo, de un amo que a sus ojos es benigno, pero el amo benigno no deja de ser un amo y eso entra en contradicción con la tradición republicana de la que proceden. La sabiduría básica del republicanismo es que a la gente no le gustan los amos, sean benignos o no, los ven como fuente de sujeción y de ausencia de libertad. La libertad no es algo que se pueda dar, hay que exigirla, hay que luchar por lograrla.

¿El ideal de no-dominación se puede aplicar también a la situación en la que se encuentran muchos países respecto de un mercado que no pueden controlar. ¿Qué recetas ofrece el republicanismo frente a las consecuencias negativas de la globalización?

Creo que el republicanismo se puede aplicar de manera muy natural en el ámbito internacional. Parto del principio de que tanto en el ámbito doméstico como en el internacional la dominación es mala. Pongamos el caso de dos países, uno enorme y poderoso, EE.UU., y otro pequeño, la República Dominicana. Podemos resumir sus relaciones mutuas en pocas palabras: la República Dominicana está totalmente dominada y debe comportarse de modo que el amo no se enfade, tiene que ajustar su comportamiento a los deseos del amo, tiene que controlar lo que dice, tiene que contentar, en definitiva, al señor. Para evitar esta relación servil, es preciso que haya una serie de estados intermedios, ni tan poderosos como EE.UU., ni tan débiles como la República Dominicana, con suficiente poder para ejercer una función limitadora del poder norteamericano.

¿Qué hay de la economía mundial?

En este ámbito, no hay duda de que las corporaciones multinacionales constituyen una amenaza dado su enorme poder. Ni siquiera tienen que amenazar a los Estados, ya que éstos hacen lo posible para que las corporaciones no abandonen su territorio. Los Estados facilitan cada vez más el trabajo de las corporaciones reduciendo sus impuestos y adoptando medidas que van en su beneficio. El único modo de reaccionr ante esto es la cooperación entre Estados, de modo que conformen redes que los otorguen poder frente a estas amenazas. Esto, sin embargo, es muy difícil, porque siempre existirá la tentación para algunos de los Estados de romper con los otros. Pero hay que encontrar alguna solución, porque las multinacionales han venido aquí para quedarse.

FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA CONCEDIDA POR PH. PETTIT A “LA VANGUARDIA” Y PUBLICADA BAJO EL TÍTULO: : «PETTIT: “NO HAY POLÍTICA SIN DIÁLOGO” » (4 agosto 2004).

 

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