FRANCIS BACON Y RENÉ DESCARTES

Ramon Alcoberro

 

La relación entre Francis Bacon (1561-1626) y René Descartes (1596-1650) ha sido un tema de debate recurrente. Al terminar la Edad Media ambos son novatores; filósofos que desmontan el método escolástico y buscan un camino autónomo para la razón y la ciencia.  La Escolástica pensaba la relación entre los humanos, el saber y el mundo de un modo “contemplativo”. Bacon y Descartes piensan, en cambio, el mundo de una forma “activa”. Por eso en el Discurso preliminar de la Enciclopedia, D’Alembert los presenta como los padres de la renovación filosófica moderna.

Hay un primer punto de contacto entre ambos. Los dos pretenden una reforma de la filosofía, en que el conocimiento pueda, básicamente, guiar la acción. Pero tienen una concepción algo distinta sobre la verdad. Para Descartes quien sigue las reglas del método alcanza la verdad. Descartes jamás fue un escéptico. Su duda metódica sirve, primariamente, para dejar de dudar. El cartesiano está convencido de que existen ideas “claras y distintas”, universales, y que éstas siempre son ciertas. Para Descartes existe algo así como una bona mens, un pensamiento capaz de hallar la verdad. En cambio, el escepticismo metodológico se halla en la base del pensamiento baconiano. Bacon (véase aforismos 45 a 51 del Novum Organum) ve en la mente un espejo imperfecto de las cosas que siempre se ha de ir puliendo para que el saber progrese.

No existe algo así como una última verdad o una palabra definitiva en ciencia, ni siquiera a nivel metodológico. Incluso el método en Bacon tiene más que ver con la transmisión del conocimiento que con la investigación puramente dicha. Un método sirve más para rechazar ideas falsas (ídolos) que para buscar ideas verdaderas.

En el ámbito del conocimiento, Bacon parte de las sensaciones que Descartes considera sujetas a duda. Fiarse de las sensaciones, en vez de ponerlas entre paréntesis como algo dudoso es una causa de error en Descartes.

Por lo demás Bacon no tenía una buena formación físico-matemática, mientras que Descartes conocía la obra de Galileo desde sus años con los jesuitas de La Flèche, fue uno de los iniciadores de la mecánica y tiene una concepción matematizante y quantativa de la ciencia a la que Bacon no había llegado todavía. Bacon, que no rechaza toda la filosofía anterior, habla muchas veces de mitos, de significados ocultos y de signos, lo hace todavía con un cierto eco renacentista medievalizante, que después de Galileo tendrá poco sentido.

Pero sin la lectura que Descartes hizo de Bacon, tal vez la problemática del método no se hubiese desarrollado o, por lo menos, no en la forma en que lo hizo.

© Ramon Alcoberro Pericay