FILOSTRATO: SOBRE PITÁGORAS

Vida de Apolonio de Tiana – fragmentos

Vida de Apolonio de Tiana I, 1

Los devotos de Pitágoras de Samos dicen de él lo siguiente: que no fue realmente jonio, sino que en tiempos había sido Euforbo de Troya y había vuelto a la vida después de muerto, pero que había muerto conforme a los poemas homéricos; que los vestidos hechos de reses muertas los repudiaba y que se mantenía puro de todo alimento que hubiese estado animado y de los sacrificios cruentos; que, en efecto, no ensangrentaba los altares, sino que el pastel de miel, el incienso y el entonar himnos era lo que llegaba regularmente a los dioses de parte de aquel hombre; que sabía que los dioses acogían con más agrado cosas de esa índole que las hecatombes y el cuchillo sobre la cesta, y ello porque mantenía relaciones con los dioses. Asimismo, que aprendía de ellos con qué se sienten agradecidos a los hombres y con que los aborrecen, a partir de lo cual formaba su concepto de la naturaleza; que los demás hacen conjeturas sobre la divinidad y aventuran opiniones divergentes unas con otras sobre el tema, pero que a él se le había presentado Apolo haciéndole saber que era él, además de que habían tenido relación con él, sin haber dado a conocer su identidad, Atenea, las Musas y otros dioses, cuyas figuras y nombres no son aún conocidas por los hombres.

Lo que Pitágoras reveló, lo consideraban como ley sus discípulos y lo honraban como a un emisario de Zeus y entre ellos guardaban silencio acerca de lo divino. En efecto, oían muchas cosas divinas y secretas que eran difíciles de guardar para quienes no aprendían previamente que el silencio era un modo de hablar.

 

Vida de Apolonio de Tiana III, 19 – Apolonio y el sabio hindú.

- Y acerca del alma, ¿cómo pensáis?

- Como Pitágoras os lo comunicó, y nosotros a los egipcios.

-  ¿Dirías entonces – dijo – que, así como Pitágoras declaró que era Euforbo, también tú , antes de advenir a tu cuerpo, fuiste uno de los troyanos, o de los aqueos, u otro cualquiera?

(…)

 

     Vida de Apolonio de Tiana VIII, 7. 4 – La abstinencia pitagórica.

… Pero los hombres, como si no hubieran oído a la tierra, afilaron su cuchillo, contra los animales en busca de vestido y alimento. Pues bien, los Brahmanes indios no aprobaron tales prácticas y enseñaron a los Gimnosofistas egipcios a no aprobarlas. De allí lo tomó Pitágoras, el primero de los griegos que convivió con los egipcios; los seres dotados de vida se los dejó a la tierra (…)

 

Traducción de Alberto Bernabé Pajares. Madrid: Gredos, 1979. Reproducción exclusiva para uso escolar.

 

 

 

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay