Los hombres como sexo débil y la desconcertante Camille Paglia
Ramon ALCOBERRO
Es muy habitual en la corriente mayoritaria y académica del feminismo (hoy representada por feministas universitarias que usan categorías como “biopoder” y otros artefactos conceptuales derivados de Foucault), considerar que Camille Paglia es una falsa feminista porque no se ha adherido jamás a la “cultura de la queja”, es decir, porque no ha creído nunca que las mujeres son “sexo débil”.
El feminismo de Camille Paglia es neocon (¿?). Esta afirmación se hace muchas veces y se ha acabado por convertir un mantra. Paglia es desconcertante y provocadora y eso le encanta. Lleva desde la década de 1970 siendo una intelectual pública controvertida, que no le hace ascos a la televisión y le gusta dar que hablar. Pero en medios académicos lo más habitual ante su obra es el silencio. A Paglia se la cita poco y muchas veces lo hace gente poco recomendable, pero siempre consigue provocar. Es muy posible que ella estuviese de acuerdo con aquella frase de Stanislaw Jerzy Lec que recomendaba dirigirse siempre a los dioses extranjeros porque siempre son los que nos escuchan con prioridad. Por lo demás ella es una feminista formada en los años sesenta en la tradición del pragmatismo y absolutamente ajena a las tesis estructuralistas de raíz francesa que han dominado las universidades durante los últimos cuarenta años. Es una “intelectual mediática” y una persona peculiar.. Tal vez sea la única de las feministas actuales que sigue manteniendo la tesis de la guerra de los sexos (algo que ella considera un principio psicológico y biológico inamovible en la especie humana) y, ciertamente, es la única que considera el capitalismo como la única matriz de la que puede surgir un pensamiento feminista.
En “Doctora Paglia” (un film rodado en 1991 y cuyo guion se incluye en Vamps and Tramps, ed. esp., 2001), resume su posición de una manera bastante clara:
Lo que digo es que, en la esfera sexual o emocional, la mujer es dominante y los hombres lo saben a nivel profundo.
(…) lo que digo es que debemos aceptar la diferencia sexual y comprender lo que está pasando. Lo que está pasando es la guerra de sexos, y todas las cosas que están ocurriendo, la turbulencia entre los sexos, podría ser un estado permanente… (p. 375-376).
En su opinión, la generación de los sesenta cometió una serie de errores estructurales cuya consecuencia fue la reacción conservadora (primero con Reagan y hasta hoy…) “La idea de que todos nuestros problemas se deben a los conservadores… pues no. (p.386). La idea de que era posible subvertir todas las conductas (y la psicodelia como nuevo logos) fue un error muy grave. Se quiso ignorar la psicología profunda y la irracionalidad estructural del cerebro humano. En ese sentido Paglia es hobbesiana: “Creo que hay una corriente bárbara en toda la vida humana y que eso está ahí” (p. 388). Para ella es claro que “las reglas nos civilizan” (p.389) y en ese sentido “prohibido prohibir” fue un error. Además lo que en alguno de sus discursos ha denominado “propaganda sentimental del concepto de género” ha llevado a una sobrevaloración de lo emocional y a una profunda represión del deseo, cuya consecuencia ha sido neurotizante.
En otro documental, “Glenda y Camille van al centro” (1933), también incluida en Vamps and Tramps es todavía más clara. Para ella: “la retórica feminista se basa en la victimización de la mujer” (p.420) y eso vuelve estéril al movimiento. ¿Hombres? Le encantan, aunque a veces lamenta que los homosexuales masculinos sean “hombres al fin”. Paglia se considera en las antípodas del feminismo separatista y le horrorizaría cualquier tipo de feminismo antimasculino. La extinción de los hombres significaría también la extinción de las mujeres (y la substitución de la maternidad por una estructura tecnológica que no soporta). El rencor irascible y amargo contra los hombres no conduce a nada positivo. El puritanismo feminista solo crea personalidades inseguras. Además de son los hombres quienes han puesto las condiciones para que se desarrolle una sociedad tecnológica y así se han podido liberar las mujeres. Como mi suegra y mi madre (ambas nacidas a finales de la década de 1930), Paglia opina que la lavadora ha hecho más por la liberación de las mujeres que cualquier retórica universitaria. Si se tiene una visión estereotipada y prejuiciosa de lo masculino, el feminismo se condena la insignificancia porque se opone a fuerzas biológicas primarias, cuando lo que tiene que hacer es domesticarlas. A diferencia de la inmensa mayoría de las feministas, Paglia considera que la división sexual del trabajo es, simplemente, de origen biológico y, por lo tanto, estructural. Da un paso más e incluso considera positivo que los hombres trabajen fuera del hogar y asuman los trabajos más duros y peligrosos es lo que permite a las mujeres forjar una vida íntima y dedicarse al cuidado de los hijos (“Are Men Obsolete?” Munk Debates, 15 nov. 2013?). ¿Es esa una visión feminista?