MUERTE DE LA DEMOCRACIA

Una conversación con Franco Bifo Berardi de Diego Posada y Lior Zisman Zalis. Fragmentos

1.- (…) Pienso que el error más grande, o uno de los errores más grandes del movimiento obrero de los años 50, 60 y 70 – pienso sobre todo en Italia, aunque se aplica también a otros países – ha sido el de identificar la democracia como un valor político. No lo es, y no lo es conceptualmente. La democracia es una metodología. Yo soy democrático a nivel metodológico, pero no a nivel político. Cuando hablamos de política, de política social, de liberación, de paz, etc. La democracia no significa nada. La democracia significa la victoria de Adolf Hitler, de Jair Bolsonaro, de Donald Trump, de Matteo Salvini. Técnicamente, la democracia, a día de hoy, es fascismo. No estoy rechazando la democracia, estoy definiendo el concepto de democracia en su esencia metodológica. Pero ¡qué contiene la metodología? Este es el problema. Los contenidos añadidos a la liberal democracia de los últimos 50 años – incluidos también Toni Blair, François Hollande, Massimo d’Alema, y toda la izquierda que ha gobernado Europa, pero también Brasil y todo el mundo – han sido, fundamentalmente, la mano de hierro que ha organizado la agresión neoliberal global. Esto lo entendimos muy bien, sin embargo, en los años 90 cuando ya lo teníamos claro, no fuimos capaces de entender cuál era el papel de dichos progresistas: En verdad nunca fueron progresistas, eran liberales demócratas.

Bueno, ¡la liberal democracia está muerta! ¡Muerta! No volverá. Sí, puede ser que Cristina [Fernández] gane las elecciones en Argentina, sinceramente lo deseo. Pero todo será muy difícil porque… hemos destrozado las condiciones mismas de una posibilidad de transformación social.     (p. 24, 25).

 

2.- Antes que nada, la palabra resistencia no significa nada; resistencia es una palabra ambigua, porque resistir significa defenderse de algo que ya no existe. Tomemos la democracia, por ejemplo. Yo no creo que podamos resistir a eso, ¡ya lo hemos perdido todo! No ganaremos nada si nos planteamos recuperar lo que existió. Lo que necesitamos no es resistencia, es creación. A la vez, sé que existen algunos territorios en los que somos obligados a resistir. Hay algunes conquistes del pasado por parte de la civilización humana que tenemos que defender   (p.39).

 

3.- No tenemos que hablar de sexualidad sino de deseo. Hay deseo, hay placer y hay el campo de la sexualidad. Es el deseo lo que ahora me interesa en su ambigüedad, porque el deseo no es una fuerza, sino un campo. Es un territorio. Es el territorio más importante de la lucha social; siempre lo fue.

Por lo tanto, ¿qué es el deseo?

Es lo que las personas, la multitud, y la mayoría de la gente lo percibe por medio de lo que las atrae, de lo que las identifica. El deseo es un campo de deteriorización constante, pero funciona también como el lugar de identificación donde ocurre el deseo mismo. Este campo es esencialmente sexual, en el cual hay muchas direcciones de territorialización, pero especialmente de dimensión sexual.  (p. 29).

 

4.- ¿Qué es comunidad? ¿Pertenecer o elegir? Si significa pertenecer, es racismo, es fascismo, una comunidad que está basada en su origen. En cambio, si comunidad significa elegir a alguien porque te gusta, porque te gusta como te mira, como te habla, aquí nos encontramos con la comunidad del deseo, una comunidad esencialmente nomádica, no identificante, formada por personas que se encuentran, viven juntas porque se gustan y que se separan hacia otros caminos cuando lo deciden. ¿entiendes la diferencia?   (p. 37).

 

5.- La palabra utopía es muy ambigua y muy peligrosa, porque si hablamos de utopía, hablamos, por definición de algo que no puede existir y que existe de una forma marginal. No es la utopía lo que me interesa, sino lo que es posible.

El posible es una palabra muy sutil. El posible pertenece a la dimensión de lo real a través de una fuerza capaz de actualizarlo constantemente. El posible se actualiza por medio de la capacidad colectiva de interpretar lingüísticamente lo que es posible.   (p. 41, 42).

 

Publicado por Editorial No_Libros, enero de 2021

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© Ramon Alcoberro Pericay