EINSTEN OPINABA QUE LA RELIGIÓN ES “PRODUCTO DE LA DEBILIDAD HUMANA”
                Walter Oppenheimer-Londres. El País (Madrid), 
                  miércoles 14 de mayo de 2008
                Una carta hasta ahora poco  conocida de Albert Einstein revela que el genial científico opinaba que la  religión se basa en leyendas ‘bastante infantiles’ y es un ‘producto de la  debilidad humana’. El autor de la teoría de la relatividad, que en sus escritos  públicos adoptó una posición menos tajante sobre la religión y llegó a decir  que ‘la ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia es ciega’,  opina con mucha más contundencia en una carta fechada el 3 de enero de 1954 y  escrita en alemán que le envió al filósofo Eric Gutkind, después de que éste le  hubiera echo llegar su libro ESCOGE LA   VIDA:LA LLAMADA BÍBLICA  A LA REBELIÓN. 
                En la carta publicada ayer por  el diario THE GUARDIAN y traducida al inglés por Joan Stambaugh, Einstein dice:  ‘La palabra de Dios para mí no es más que la expresión y el producto de la  debilidad humana; la Biblia  es una colección honorable, pero primitiva, de leyendas no obstante bastante  infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede (para mí) cambiar  eso”. 
                Aunque de padres judíos, Einstein  fue educado de niño en un colegio católico al tiempo que recibía clases privadas  sobre la religión judía. Einstein cumplía en su infancia con las obligaciones  religiosas practicantes, a pesar de que sus padres no eran especialmente  religiosos. Pero en cuanto cumplió los 12 años empezó a cuestionar las  enseñanzas religiosas recibidas, y en la carta publicada ayer cuestiona también  el judaísmo y reniega del sentimiento de superioridad que poseen muchos judíos,  como su colega, alemán y judío como él, Eric Gutkind.
                ‘Para mí’, escribe a su colega  de la Universidad  de Princeton, en Estados Unidos, ‘la religión judía, como las otras religiones,  es una encarnación de las supersticiones más infantiles’. ‘y el pueblo judío’,  añade, ‘al que estoy encantado de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una  profunda afinidad, para mí no tiene ninguna cualidad que no tengan otros  pueblos’. ‘En lo que se refiere a mi experiencia, no son mejores que otros  grupos humanos, aunque están protegidos de los peores cánceres por su falta de  poder. Por otra parte, no consigo ver nada de elegido en ellos’, añade. 
                De acuerdo con esa visión,  Einstein le declara a su amigo: ‘En general, encuentro doloroso que reclame  usted una posición de privilegio y trate de defenderla con dos muros de  orgullo, uno externo como hombre y uno interno como judío’. 
                Pero concluye que, a pesar de  sus ‘diferencias en convicciones intelectuales’, sus posiciones son más  cercanas de lo que parece. ‘Podríamos entendernos bastante bien si habláramos  de cosas concretas’. Y se despide con ‘Fraternales gracias y mis mejores  deseos. Suyo. Albert Einstein’.
                Expertos consultados por el  diario londinense admiten que no habían oído hablar antes de esta carta,  escrita poco más de un año antes de su muerte y que no es citada entre las  fuentes utilizadas por el escritor Max JAMER en su libro de referencia EINSTEIN  Y LA RELIGIÓN. En  opinión de John Brooke, experto de la Universidad de Oxford consultado por el diario  londinense, Albert Einstein ‘tenía respeto por los valores encarnados por las  tradiciones judía y cristiana’ y, a pesar de su rechazo a la visión  convencional de la religión, le molestaba que los defensores del ateismo se  apropiaran de sus puntos de vista.