ECOFEMINISMO: TRES PREGUNTAS A MARÍA-JOSÉ GUERRA
Redacción de USERDA
En el ámbito todavía demasiado reducido de la ética del medio ambiente destaca de una manera significativa la figura de María-José Guerra (1961), profesora de filosofía moral de la Universidad de La Laguna. Autora de tres libros de gran importancia MUJER, IDENTIDAD Y RECONOCIMIENTO. HABERMAS Y LA TEORÍA FEMINISTA (1998), TEORÍA FEMINSTA CONTEMPORÁNEA. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ÉTICA (2001) y especialmente su útil BREVE INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA ECOLÓGICA (2001) que es un libro de referencia inevitable.
Su reflexión se centra en el espacio donde la ética deliberativa se encuentra con la problemática de género y la ecología. Es, en definitiva, en el espacio de la vulnerabilidad donde, sin paradoja, puede captarse con más facilidad el poder de los pequeños gestos que luchan por abrir un nuevo campo a la sensibilidad moral. "Vejación", "exclusión" y "menosprecio" son tres características que la naturaleza y las mujeres han compartido en demasiadas ocasiones. De ahí el nacimiento del ecofeminismo que desde la obra de François d'Eubonne se ha plantado lo que había en común entre la Tierra y la Mujer y hasta qué punto en ambas se encontraba el secreto de los mecanismos de dominación y de poder. El "conocimiento silenciado" que comparten la mujer y la tierra tal vez pueda dar pistas -también a los hombres- sobre la construcción de una sociedad más armónica.
Sin embargo durante los últimos años, parece que las propuestas de tipo "ecofeminista", que vinculaban a nivel estético y moral la perspectiva de género y la defensa de los derechos de la tierra, están perdiendo fuerza y que el movimiento feminista se centra en la denuncia de la violencia de género. Por ello hemos querido hablar con la profesora Guerra. Como persona que ha tenido y tiene una cierta presencia en la reivindicación del pensamiento de género y o/del pensamiento ambiental quisiéramos preguntarle:
1.- Cree que existe un ámbito común entre el ámbito del pensamiento de género y la reflexión sobre el medio?
El juicio con en el que se inicia este cuestionario no me parece acertado, o al menos, necesita de matización. Lo que ha sucedido, en los últimos tiempos, desde la Conferencia de Viena del 93 y Beijing en el 95 es la reescritura de las vindicaciones feministas en el lenguaje de los derechos humanos. La constatación del carácter ubicuo y transcultural de la violencia contra las mujeres es una prioridad de la agenda feminista global y local, pero eso no significa que una vindicación elimine las demás, las que tienen que ver con la igualdad de trato y oportunidades, las relativas a la libertad sexual o reproductiva o las relacionadas con el derecho a la salud y a un medioambiente habitable, tanto en el llamado Primer Mundo como en el Tercero.
De hecho, luchas como las llevadas a cabo por pensadoras-activistas de la India como Vandana Shiva contra la biotecnología corporativizada y en defensa de los derechos de las mujeres y los agricultores pobres tienen un gran protagonismo. El Premio Nobel a Wangari Mataai es otro ejemplo de la importancia de los planteamientos que vinculan a las mujeres al medioambiente.
Ha habido mucha crítica al esencialismo que identifica mujer y naturaleza, pero, de hecho, la sensibilidad "femenina", construida socialmente, otorga un papel fundamental a la salud -luchas contra la contaminación-, la supervivencia cotidiana - acceso al agua saneada y a los alimentos- y a la gestión sostenible de los recursos. Hoy por hoy existe un gran protagonismo femenino en el llamado "ecologismo de los pobres" porque las mujeres, por sus roles tradicionales, tienen que lidiar con el deterioro ambiental y la pobreza no solo propia, sino de niños y ancianos.
Karen Warren hace ya algún tiempo vinculó mujer y naturaleza de manera no esencialista hablando de la historicidad de tal conexión. Mary Mellor ha planteado otra relación básica: la moderna economía de mercado externaliza no sólo el coste ambiental de las actividades humanas -agotamiento de los recursos, contaminación- sino que también invisibiliza el trabajo reproductivo de las mujeres - crianza, cuidados, tareas domésticas,.-. Las contabilidades nacionales no tienen en cuenta ni los efectos ambientales ni la doble o triple jornada de trabajo de las mujeres. Enfocar la dualidad producción/reproducción y desafiarla es tanto tarea de la economía ecológica como de la feminista. La ficción del mercado autónomo y libre no se sostiene, el mercado parasita al medioambiente y a las mujeres. Ésta es, en los actuales tiempos de la globalización neoliberal, una gran preocupación ecofeminista.
2.- Tienen sentido hoy todavía las propuestas ecofeministas tal como las planteó François de Eaubonne hace veinte años?
Veinte años no es nada como dice el tango, o es mucho. Me inclino por el mucho, aunque la denuncia del patriarcado sigue vigente y es muy necesaria en tiempos de rearme fundamentalista donde las mujeres suelen ser las receptoras de la represión neo-tradicional. La libertad de las mujeres sigue siendo un tema clave al que se responde con violencia por parte de las sociedades, las familias y las religiones en muchas partes del mundo. Es increíble ver como el neoconservadurismo ha avanzado en los Estados Unidos. También la globalización genera nuevas esclavitudes especialmente lesivas para las mujeres.
Me parece saludable la crítica ecofeminista al actual estado de cosas. No podemos dejar de pensar la desigualdad de género y el maltrato al que sometemos al medioambiente como interconectados. Hoy, por otra parte, la pluralidad teórica y práctica del ecofeminismo o, del feminismo ecológico, es inmensa. En lo teórico el espectro es difícil de abarcar: del constructivismo de Donna Haraway - que ha precipitado el cyberfeminismo- al esencialismo de Shiva, de las visiones teologizantes que tuvieron su origen en Mary Daly a las visiones materialistas de Mary Mellor. En lo práctico, hay una falta de visibilidad social para la denuncia de las mujeres de las malas condiciones de vida ambientales, laborales y relativas a la salud. Pero, en el llamado Sur Global, en los países empobrecidos las luchas de las mujeres atienden a las dos preocupaciones: la relativa a los derechos humanos y a la sostenibilidad ambiental. Además, hay que señalar el elemento ecopacifista como algo determinante, no podemos olvidar a las mujeres de Greenham Common. Hoy la reflexión feminista sobre la guerra es enormemente sugerente, o, por ejemplo, las revisiones del androcentrismo de los paradigmas en las relaciones internacionales, sin embargo, no conllevan la atención de los medios de comunicación. Sigue funcionando un prejuicio que invisibiliza la contribución ecologista y feminista y que sólo se ha superado en algunos temas puntuales "espectacularizados": violencia, cambio climático.
Es un problema de déficit de percepción social e intelectual ante lo que esta pasando. Hay una generalizada falta de percepción moral ante cuestiones candentes y urgentes.
3.- ¿Qué futuro considera que tiene hoy el movimiento de género y el movimiento ecologista en nuestros territorios y en general en Europa Occidental?
La hibridación eco/feminista, y su mutua fertilización, seguirá siendo un elemento de desafío en el futuro. La desigualdad de género en términos globales es abrumadora. Sólo hay que leer los Informes sobre Desarrollo Humano. Y la preocupación por la sostenibilidad o se incrementa o las expectativas son las de crisis ecológicas locales y globales con amenaza para la supervivencia humana. El rumbo globalizador es insostenible, los costes sollamente de energía ligadas al transporte de mercancías son insostenibles. Es ridículo que las mercancías hagan viajes transoceánicos siguiendo la locura de la deslocalización y el afán de lucro de las multinacionales. China, y su política de acogida del capital multinacional, esta mostrando el coste humano y ambiental del modelo económico actual. No soy optimista porque la maquinaria de la inducción al consumo desbocado está bien engrasada por la publicidad y el marketing. Pero un cambio de rumbo es necesario como ya decía Rachel Carson en los sesenta: el ecocidio conduce al suicidio de la humanidad. Las fotos de Groenlandia descongelándose son, paradójicamente, escalofriantes. El cambio climático se acelera. No obstante, parece difícil plantear una desaceleración para adecuarnos a los umbrales ecológicos y propiciar una igualación económica y social entre el norte y el sur del planeta. La justicia ambiental en sus acepciones locales y globales tiene que ser un nuevo referente normativo.
¿Que decir a escala canaria, catalana, española? Estamos haciéndolo muy mal. La urbanización desbocada es terrible. En Tenerife estamos luchando contra un proyecto delirante de un puerto industrial, absolutamente innecesario, en Granadilla, en el sur de la isla. Va a destrozar la poca costa bien conservada que nos queda. Va a contaminar las pocas playas naturales que nos quedan. Ha habido manifestaciones masivas silenciadas por la prensa local y nacional e invectivas de los políticos contra el derecho de la ciudadanía a pedir que se estudien alternativas. Una iniciativa popular de 50.000 firmas ni siquiera fue considerada en el Parlamento Autonómico. Es tarea de la ciudadanía poner coto al afán de lucro del lobby constructor en este país. Pero hay un déficit de democracia local, se nos debe preguntar acerca de los aspectos relacionados con la calidad de vida y la protección ambiental. No debemos olvidar que los costes ambientales son más lesivos para unos que para otros y que el impacto de género debería tenerse en cuenta en la elaboración de las políticas publicas, también de las ambientales. Queda muchísimo trabajo por hacer.
ESTE TEXTO DEBÍA SER PUBLICADO PUBLICADO EN USERDA, SUPLEMENTO ECOLOGISTA DE 'EL TRIANGLE', (junio 2006 -en catalán) PERO LA REVISTA DESAPARECIÓ EL MES ANTERIOR.