ROB 
                RIEMEN: “EL FILÓSOFO REY” 
              (fragmentos)
                
              
               
              Aquella 
                calurosa tarde en el Pireo, el puerto de Atenas, Sócrates 
                y sus amigos ya habían comprendido que, al otorgar carácter 
                absoluto a la libertad, ésta se pervierte y deja de ser 
                para siempre el pilar sobre el que se construye la sociedad ideal. 
                La libertad absoluta conduce inevitablemente a la injusticia y 
                al asesinato. Por tanto, no es la libertad sino la justicia la 
                que ha de convertirse en pilar. Sin embargo, dado que la justicia 
                existe por obra y gracia de la sabiduría y el discernimiento 
                de lo bueno, lo verdadero y lo hermoso, la sociedad justa requiere 
                un liderazgo que tenga conocimiento de los valores supremos.: 
                “A menos que los filósofos reinen en los Estados 
                (...) no habrá fin de los males para los Estados ni tampoco 
                para el género humano
              (...)
              Sócrates 
                sigue en compañía de sus contertulios y aún 
                no ha terminado de hablar. Sus amigos tampoco creen en la tesis 
                del filósofo-rey. Conocen a demasiados intelectuales como 
                para respaldar semejante planteamiento. Sócrates les aclara 
                que sólo puede llegar a ser rey el verdadero filósofo, 
                dotado por la naturaleza de una buena memoria, inteligencia, un 
                espíritu noble, encanto, apego a la verdad, justicia, valentía 
                y moderación. Sus amigos replican que si bien en teoría 
                correspondería a ese “honnête homme” 
                gobernar el Estado, la realidad resulta ser muy distinta. Los 
                intelectuales son en su gran mayoría unos corruptos y los 
                pocosa que poseen las cualidades encarnadas por el verdadero filósofo 
                de Sócrates son considerados por la sociedad como unos 
                excéntricos, de modo que en ningún caso pueden asumir 
                el gobierno. Sócrates les da toda la razón. Argumenta, 
                sin embargo, que su objeto vital, la adquisición de la 
                sabiduría, se ve sobre todo desacreditado por quienes se 
                dedican a ello a título profesional. Esa gentuza hace mucho 
                ruido en público y, sin saber muy bien qué es bueno 
                o malo, qué es justo o injusto, emplea dichos términos 
                siempre en consonancia con lo que opina al respeto la masa, esa 
                gran bestia, llamando bueno a todo cuanto le agrada al vulgo y 
                malo a lo que le molesta. con estas palabras huecas, cargadas 
                de presunción y autosuficiencia, orientadas en cada momento 
                a aquello que espera oír la masa, esa gente conquista todo 
                el poder. Mientras tanto, el verdadero conocedor de la sabiduría, 
                que lleva una vida contraria a las necesidades de la masa, es 
                abandonado a su suerte, quedándose solo y desatendido. 
                
              Sócrates 
                lo sabía. Sabía que el verdadero filósofo 
                jamás llegaría a ser rey. Sabía que el Estado 
                ideal nunca jamás y que jamás se pondría 
                fin a los males que acechan a la humanidad. Sabía que el 
                verdadero filósofo no podría ser más que 
                un ejemplo.
              A 
                Sócrates, el excéntrico, el amigo de los valores 
                eternos y la nobleza del espíritu humano, un hombre en 
                la flor de la vida, le dio muerte el poder político. 
              ROB 
                RIEMEN: NOBLEZA DE ESPÍRITU: TRES ENSAYOS SOBRE UNA IDEA 
                OLVIDADA: Ed. Arcadia, Barcelona, 2006. Trad. de Goedele De Sterck. 
                p.105, p.115-116.