PREGUNTA: « Creo que todas las acciones humanas nacen del interés propio: aun los así llamados ‘actos desinteresados’ se realizan con el fin de mitigar la culpa, para obtener la aprobación de los demás, o para experimentar ese sentimiento agradable que viene cuando sabemos que hemos hecho una buena acción (que es esencialmente egoísta, al considerar que obtienes una recompensa mental, en lugar de una material). ¿Cómo puedes no estar de acuerdo? »
RESPUESTA DE THOMAS POGGE: Dada la gran diversidad de conductas humanas a través de las épocas y las culturas, es fácil encontrar contraejemplos creíbles. Pero tales contraejemplos pueden ser desairados por un comentario similar al que has brindado: la acción parece desinteresada, pero en realidad fue motivada por la satisfacción que el agente esperaba obtener por apaciguar su culpa o por conseguir la aprobación de otros. Aun cuando una persona se arrojara sobre una granada de mano para salvar a sus compañeros, podríamos decir que la satisfacción que esperaba de la aprobación de sus compañeros debe haber pesado más que su temor por el dolor y la muerte previstos.
El problema de tales desaires es que llevan a la circularidad: el hecho de que una persona actúe de cierta manera se considera suficiente para demostrar que debe de haber tenido algún motivo egoísta para hacerlo. Y la proposición en cuestión (que todas las acciones humanas nacen de un interés propio) entonces, se vuelve totalmente inmune a la refutación. Lo repites sin importar qué acciones lleven a cabo. Y entonces, ya no expresa un descubrimiento (inquietante) acerca del mundo concreto en el que vivimos.
Para demostrar esto, tomemos otra proposición: ‘La gente siempre hace lo que prefiere’. La proposición es inofensiva y trivial, siempre y cuando la preferencia y la elección estén vinculadas de manera conceptual, de modo que la opción de conducta preferida por un agente es, por definición, la que elija. O consideremos la siguiente proposición: ‘Cada persona está directamente motivada sólo por deseos que son propios’. De nuevo, esto no es un descubrimiento psicológico, sino una verdad conceptual inofensiva: el deseo de otro puede motivarme sólo indirectamente cuando sé acerca de él y deseo que se realice.
Para explorar tu propio entendimiento de la proposición en cuestión (que todas las acciones humanas nacen de un interés propio), pregúntate a ti mismo lo que considerarías evidencia suficiente de un acto genuinamente altruista. Si, pensándolo bien, encuentras una conducta inconcebible que considerarías evidencia suficiente, entonces tu proposición es independiente de lo que los seres humanos hacen y de cómo son, y por lo tanto, no es informativa acerca de ellos. Si, por otra parte, descubres que reconoces la posibilidad de una conducta que considerarías como evidencia suficiente para motivos desinteresados, entonces es probable que encuentres tal conducta real en el mundo, aunque podrías llegar a la conclusión, como hizo Immanuel Kant, de que nunca es «seguro» que la conducta de una persona no esté motivada por el egoísmo.
© ALEXANDER GEORGE (ed.): ¿QUÉ DIRÍA SÓCRATES HOY? – Una antología de respuestas de filósofos contemporáneos a preguntas planteadas por sus lectores. Madrid: Ed. Temas de Hoy, 2008. Título original: What Is the Opposite of a Lion? And 99 Other Philosophical Questions Answered. REPRODUCCIÓN EXCLUSIVA PARA USO ESCOLAR.