NIETZSCHE
Y STIRNER
Gisèle
SOUCHON
1.- CONVERGENCIA O INFLUENCIA
Confrontar
Nietzsche a Stirner no tiene nada de nuevo ni de original, en
la medida que se impone de facto el parecido de sus pensamientos:
Charles Andler. Edouard von Hartmann, Max P. Stahl, Miguel Giménez
Igualada, Albert Levy y, más recientemente Arno Münster,
se han interrogado todos ellos, sobre el sentido y el fundamento
de ese extraño parecido.
El
problema que se plantea es, naturalmente, el de saber si la filosofía
de Stirner pudo influir, ni que fuese sólo un poco, la
de Nietzsche. El problema se plantea en ese sentido porque Stirner
escribió EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD en 1844, el mismo
año del nacimiento de Nietzsche. ¿Pero leyó
Nietzsche la obra de su antecesor?
Por
lo que parece la conocía, incluso si en ninguna parte de
su obra hace referencia a ella explícitamente. Cuando Nietzsche
escribe HUMANO, DEMASIADO HUMANO y EL VIAJERO Y SU SOMBRA, su
amigo Overbeck le cree, en efecto, seducido por el individualismo
stirneriano. Charles Andler escribe a ese propósito: «La
frente de Nietzsche se iluminaba al pronunciarse el nombre de
este libro. “Es lo más audaz y lo más lógico
que ha habido desde Hobbes”, dijo un día a su discípulo
Baumgartner. Tanto notó su afinidad con Stirner que le
dio miedo pasar por su plagiario.»
Ese
dato nos permite, pues, pensar que Nietzsche leyó a Stirner
y que le tuvo cierta admiración. Pero Charles Andler plantea
el problema de una influencia muy fuerte y muy directa (“plagiario”)
de EL ÚNICO... sobre la obra de Nietzsche ¿Cuáles
son los vínculos entre esta obra y el pensamiento de Nietzsche?
¿Se da una filiación o un plagio?
Edouard
von Hartmann, enemigo jurado de Nietzsche por haber sido violentamente
criticado por éste último, le acusó de haber
plagiado a Stirner. EL ÚNICO... sería, pues, el
precursor del Superhombre.
Pero
el reproche que convierte a Nietzsche en discípulo de Stirner,
se hace en demérito de Nietzsche que sería, además,
un mal plagiario.
En
1896, Hartmann cree poder escribir esto: «Los amigos de
Nietzsche han sido obligados a comparar Stirner y Nietzsche y
han debido confirmar mi juicio, según el cual Stirner supera
de mucho a su sucesor en lo que a contenido filosófico
concierne.»
Encontramos
otros juicios del mismo estilo en algunos comentadores de Stirner.
Así, Max P. Stahl escribe:«Sin Stirner, un Nietzshe
no habría existido. El egoísmo de Nietzsche es una
perversión del egoísmo stirneriano. Nietzsche es
a Stirner lo que un ejercicio sobre el radio de la circunferencia
a una ecuación algebraica.»
Miguel
Giménez Igualada, en su prefacio a la nueva edición
española de EL ÚNICO Y SU PROPEDAD, escribe a propósito
de Nietzsche y Stirner: «Así, silenciosamente, influyó
en Nietzsche. ¡Qué lástima que esa influencia
no hubiese sido total! Casi podríamos afirmar que fue mirando
a Stirner como se escribió ASÍ HABLÓ ZARATHUSTRA.»
Hemos
reunido aquí una serie de juicios que tienden a mostrar,
ciertamente, un vínculo entre ambos pensamientos, pero
que son muy severos ante Nietzsche. Por lo demás, parece
que haya una radicalización de las similitudes entre ambos
autores.
¿Pero
la tesis inversa, sostenida por A. Levy en su obra STIRNER Y NIETZSCHE,
no es también una radicalización? Convierte a Nietzsche
y a Stirner en dos pensadores extraños el uno al otro.
A. Levy da como argumento el poco número de testimonios
que confirman la lectura de Stirner por parte de Nietzsche para
suponer que éste jamás oyo hablar de Stirner: «No
tenemos –dice- documentos que nos permitan afirmar que Stirner
hubiese ejercido influencia sobre Nietzsche». E inmediatamente,
Levy convierte a ambos filósofos en antagonistas con pensamientos
radicalmente distintos. El primero, Stirner, deriva de Hegel y
de la dialéctica; el segundo, Nietzsche, desciende de los
presocrácticos y de Schopenhauer.
También
André Gide consideraba que Stirner y Nietzsche son antagónicos;
esta vez en provecho de Nietzsche a quien otorga su preferencia.
Pero
tanto en un caso como en otro, tanto en la hipótesis del
antagonismo como en la del plagio, nos situamos ante caricaturas
y radicalizaciones abusivas. Conviene, pues, interrogarse en profundidad
sobre las vinculaciones entre ambos pensamientos, observando sus
analogías y sus diferencias a propósito del valor
y de la función del Individuo.
2.-
ANALOGÍAS NIETZSCHE-STIRNER
No
es correcto contraponer a pensadores tan próximos hasta
convertirlos en antagonistas. Esos sería tanto como no
captar las analogías verdaderas que aproximan a ambas filosofías.
Por lo demás hay mucho a discutir sobre si Nietzsche había
visto en Stirner la antípoda de su pensamiento; si hubiese
reconocido en él a un adversario, sin duda se habría
dedicado a combatir en sus obras las tesis stirnerianas, como
combatió las de Paul Ree, Darwin, Rousseau o Kant. Sin
duda encontraríamos en los escritos de Nietzsche huellas
de las críticas dedicadas a Stirner. Pero Nietzsche no
habla de Stirner por ningún lado. Ese silencio parece sorprendente
si se supone, como se está en el derecho a suponer, que
Nietzsche leyó EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD.
Tal
vez se puede explicar este silencio por la admiración que
Nietzsche parece haber tenido hacia Stirner, si se acepta el testimonio
de su amigo Overbeck.
Tal
vez tuviera miedo de que su propio pensamiento fuese confundido
con el de Max Stirner en razón de sus analogías
y pese a sus diferencias.
Además
parece que Nietzsche haya leído a Stirner sólo hacia
los años 1879-1880. Aunque en esa época no hubiese
escrito lo esencial de su obra, no esperó a leer a Stirner
para interesarse por el problema del individuo.
El
pensamiento de Nietzsche no nace de EL ÚNICO... Más
bien lo cruza de camino como un viajero que encuentra a otro viajero,
y hace con él un trecho del camino hasta que ambas rutas
se separan. Sin embargo este caminar paralelo nos invita a examinar
la eventual influencia de Stirner sobre Nietzsche, incluso si
esa influencia no fue tan determinante como han dicho algunos.
En
efecto, la lectura de EL ÚNICO parece remontarse, si se
cree a los testigos, a la redacción de HUMANO, DEMASIADO
HUMANO. Pero es justamente a partir de esta obra cuando podemos
observar en Nietzsche una verdadera valorización del individuo
y de los valores individuales, mientras que en las tres obras
anteriores se da un valor mayor a las nociones de civilización
e, incluso, de especie. Pero lo que sobre todo nos interesa, especialmente
en la medida en que no podemos tener la certeza absoluta de esa
influencia de Stirner sobre Nietzsche, son las relaciones del
pensamiento de Nietzsche con un pensamiento que se sitúa
en el punto límite del individualismo.
Vamos,
pues, a observar más de cerca las analogías entre
ambos pensamientos, sin preguntarnos demasiado si esas analogías
son fortuitas o bien se deben a la influencia del individualismo
stirneriano sobre Nietzsche, ¿Pero cuáles son esas
analogías?
De
principio observamos en Stirner y en Nietzsche una analogía
en sus críticas. Son críticas que parecen centrarse
en los mismos temas. En ambos autores se da la misma desmitificación
de la moral como egoísmo inconsciente, egoísmo que
se ignora, un mismo rechazo del imperativo categórico kantiano,
una misma crítica de la religión, un rechazo de
los trasmundos, de la escisión entre el alma y el cuerpo
heredada de Descartes, un mismo rechazo al Estado hegeliano (incluso
si tal rechazo es más marcado en Stirner), una misma crítica
del «bien común» rousseauniano, un mismo rechazo
del socialismo y del elogio del trabajo que éste hace.
Los
principales temas de sus críticas son, pues, idénticos.
El procedimiento es también similar. Nietzsche y Stirner
realizan ambos una genealogía de la moral. Sitúan
en su punto de partida una escisión y un giro. Igual que
Nietzsche observa, a partir y por culpa de Sócrates, el
advenimiento de una moral de los débiles, la transformación
de los valores y la escisión entre el alma y el cuerpo,
también Stirner sitúa en la fuente la moral esa
escisión y la consideración del espíritu
como superior a la materia.
Stirner
habla sobre la proyección de la «verdad» en
lo que es espiritual. Como Nietzsche denuncia entonces la ficción
de los trasmundos. El espíritu se proyecta fuera del Individuo,
en Dios o en el concepto del hombre. Se produce entonces lo que
Stirner denuncia bajo el nombre de «sacralización.»
El
individuo se convierte en un animal doméstico al servicio
de esas dos grandes causas [Dios y el hombre] Los valores verdaderos
son reemplazados por los falsos valores.
Se
produce entonces tanto en Nietzsche como en Stirner, un retorno
a lo que cada uno de ellos considera como el valor auténtico.
El
procedimiento es el mismo en uno y otro pensador. Sus críticas
proceden a la vez según dos métodos complementarios,
la genealogía y la desmitificación. Pero si el procedimiento
de sus críticas es similar es porque su manera de plantear
las cuestiones resulta prácticamente idéntica, como
señaló por lo demás Deleuze.
Ambos
substituyen, en efecto, la pregunta «¿Qué
es?» de los metafísicos –pregunta heredada
de Sócrates y Platón– que orienta la investigación
hacia la esencia de las cosas, por la pregunta propia de los sofistas
«¿Quién?». «¿Quién
es el hombre?» reemplaza a «¿Qué es
el hombre?»
Así
Max Stirner escribe hacia el final de EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD:
«La
pregunta conceptual ¿Qué es el hombre?, se ha transformado
entonces en la pregunta personal ¿quién es el hombre?
En el “qué” se buscaba un concepto para realizarlo,
con el “quién”, con el “qué”,
ya no se trata de una pregunta, sino que la pregunta está
personalmente en el que interroga.»
También
Nietzsche se plantea la cuestión del «¿Quién?»
¿Quién actúa? ¿Quién piensa?
¿Es el yo consciente o el Ello orgánico? ¿Quién
es el hombre que actúa? ¿Un fuerte, un débil,
un amo, un esclavo?” ¿Qué fuerzas la mueven?
¿Qué tipo de hombre debe producirse? ¿Quién
superará al Hombre? El ámbito de las preguntas es
más extenso en Nietzsche pero todas tienen la forma «¿Quién?»
Encontramos, pues, en ambos pensadores objetos de crítica
similares, un mismo proceso crítico, un mismo cuestionamiento
crítico, pero respuestas distintas.
3.-
SUPERACIÓN DE STIRNER POR NIETZSCHE
En
efecto, a la pregunta sobre «¿Quién?»,
Stirner responde: el individuo y Nietzsche responde: el gran individuo.
A
la pregunta «¿Quién es el Hombre?»,
Stirner responde: Yo; Nietzsche responde: un yo múltiple,
un centro de Voluntad de Poder, el Ello orgánico.
Las
respuestas que dan Stirner y Nietzsche no son, pues, las mismas.
El valor que cada uno otorga al individuo no es tampoco el mismo
y eso es lo que explica la divergencia entre ambos filósofos
en sus respuestas a una misma cuestión. Incluso si en Nietzsche
como en Stirner se asiste a una valorización del individuo,
la misma palabra «individuo» no tiene para ambos el
mismo valor. Mientras que para Stirner el individuo es un islote
cercenado del resto del mundo, para Nietzsche, como hemos visto,
el individuo es un puente (...) Para Stirner el individuo tiene
valor por sí mismo, mientras que para Nietzsche su único
valor consiste en permitir el paso a una forma de existencia superior.
Su valor se halla en función de su capacidad para promover
la llegada del Superhombre.
Encontramos
en Nietzsche ideas de selección y de elitismo que no aparecen,
sin embargo, en un Stirner que escribió: «Tal vez
con mi sólo yo pueda hacer pocas cosas, pero ese poco es
todo, ese poco vale más que lo que haría de mi por
la fuerza de los otros por el aprendizaje de las costumbres, de
la religión, de las leyes, del Estado.» Una tal autosatisfacción
del yo, un tal contento consigo mismo, incluso si logra «hacer
pocas cosas» resulta del todo incompatible con la idea nietzscheana
de la Voluntad de Poder y con su aristocratismo. Nietzsche no
puede contentarse con el individuo, ni siquiera con el gran individuo.
La finalidad es el superhombre. La filosofía de Nietzsche
parece ir más allá del individualismo stirneriano
que, para él continua siendo, sin duda alguna, una forma
de nihilismo, en la medida que Stirner define al Individuo por
negación de todo cuanto no sea yo o de todo cuanto sea
no-yo. (...)
Pero si el individualismo de Stirner es un nihilismo, nada tiene
que ver con un nihilismo pasivo parecido al del adivino que repite:
«todo es en vano.» Se trata más bien de un
nihilismo activo, tal vez más parecido al del más
horrible de los hombres que mata a Dios por venganza, que lleva
consigo mismo la gran admiración y el gran desprecio y
sobre el cuál Nietzsche lega a preguntarse si no será
ese el hombre superior. El nihilismo de Stirner se distingue de
otros nihilismos; es su etapa última (...) Con Stirner,
última etapa del nihilismo el yo lo niega todo. Es el absoluto
nihilismo, llevado a su extrema consecuencia y puesto al día.
El individualismo stirneriano actúa como un revelador.
En tanto que tal debe ser superado.
FRAGMENTOS
DEL LIBRO DE GISÈLE SOUCHON: “NIETZSCHE; GÉNÉALOGIE
DE L’INDIVIDU”. © ED. L’HARMATTAN, PARÍS,
2003. Cap. X; p. 121-130, selección. Trad. R.A. para un
seminario sobre «El ÚNICO Y SU PROPIEDAD»,
Barcelona marzo 2007.