UNA NOTA SOBRE EL SENTIDO DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Los campos de concentración no fueron ningún ‘invento’ comunista ni nazi; los españoles los habían usado en Cuba para impedir el desarrollo del independentismo y lo mismo hicieron los británicos para mantener a los boers sudafricanos lejos de sus haciendas. A finales del siglo 19 en Rusia se enviaba a los disidentes a Siberia, pero no se les recluía en campos. Pero el sistema soviético y nazi ‘mejoraron el invento’. El universo concentracionario describe al totalitarismo porque, en realidad, el campo de concentración (un lugar de orden y de miedo absoluto), define perfectamente cual es el ideal totalitario de vida. Aunque su testimonio tiene muchos elementos de reconstrucción a posteriori (y sus trabajos sobre el origen del autismo hoy están absolutamente descalificados), el psiquiatra Bruno Bettelheim (1903-1990) llegó a la conclusión de que los comportamientos más imprevisibles pueden llegar a producirse cuando las circunstancias llegan a ser excepcionales. Y un gobierno totalitario es, estrictamente, un poder donde la excepcionalidad es la norma.
Pero: ¿qué se pretende lograr en un Estado totalitario a través de los campos? Bettelheim – en este sentido un observador particularmente calificado porque estuvo preso durante dos años, primero en Dachau y luego en Buchenwald y se dedicó a una tarea de investigación casi sociológica sobre la mentalidad totalitaria – pudo identificar cuatro objetivos perseguidos por la Gestapo:
1.- Romper a los internos en tanto que individuos. Desestructurarlos, hacer de ellos masas dóciles (mediante la arbitrariedad de las penas. Torturas, asesinatos, absurdidad del trabajo impuesto, subalimentación sistemática, generalización del castigo colectivo, humillaciones, -como por ejemplo la prohibición de defecar-, que tienden a inducir comportamientos colectivos).
2.- Expandir el terror sobre el resto de la población (contrariamente a lo que sucedía en los campos de exterminio, en los campos de concentración, los internamientos no se ocultaban; al contrario, el gran número de detenciones y las liberaciones a veces inesperadas alimentaban los rumores, de manera que aumentaba incluso el silencio impuesto (y autoimpuesto) a los liberados).
3.- Ofrecer a los guardianes (la mayoría muy jóvenes), un lugar de entrenamiento, donde aprendían a perder ellos también su propia humanidad, su capacidad de reacción sensible, etc.
4.- Servir, en la perspectiva de futuras conquistas territoriales, como laboratorio experimental para las técnicas de control de masas y de explotación del trabajo a bajo coste. El exterminio mediante el trabajo forma parte de la lógica del sistema. De hecho, la mano de obra esclava fue fundamental en el desarrollo de la industria durante guerra.
FUENTE: Bruno BETTLHEIM: Survivre. París: Robert Laffont, pp. 69-70.