SADE Y EL TERROR

Sade pasó 28 años en prisión. Le encarcelaron tres regímenes políticos diferentes y en su concepción del mundo el mal no es algo relativo ni circunstancial. Nadie se puede escapar de él. Los osarios completan las filosofías.

En Sade el modelo de vida es la caza y la guerra. La lógica de la depredación constituye la realidad de la vida y no sirve de nada pretender embellecerlo. Se ha hablado (Klossowsk)i de una utopía del mal sadiana en forma de regresión virtual a un origen criminal de la humanidad. Pero en Sade no hay exactamente nada que pueda sr considerado regresión. El acto libertino es un presente perpetuo. Solo existe el placer en el presente y ni siquiera se pude suponer que estamos prisioneros de algo o de alguien porque nosotros mismos somos nuestra propia prisión. El mundo es reclusión y estado de excepción permanente.

Tampoco hay posibilidad de un mundo mejor; no existen ni el sueño utópico ni el futuro racional. Lo que Klossowski denomina: «utopía de la criminalidad permanente» en Sade no es utopía sino realidad.

A diferencia del libertario «libre juego de pasiones», Sade propone un modelo de esclavitud. Nunca nada ni nadie puede escapar a la pasión, y mucho menos la supuesta racionalidad.

En Sade el terror es la vida y se expresa en sociedad mediante dos poderosas herramientas, la religión y el despotismo. Ambos son inseparables y así sucede «que [las religiones] son la cuna del despotismo.»

El simple hecho de que la misoginia y la falocracia resulten inseparables (y que él las asuma festivamente) nos conduce a un mundo donde el terror establece la ley. Por eso es imposible pensar ni en el futuro ni en el otro, que simplemente no existen como categorías.

La filosofía en el tocador, (129): «La crueldad está en la naturaleza; todos nacemos con una dosis de crueldad que solo la educación modifica; pero la educación no está en la naturaleza; hace daño a todos los efectos sagrados de la naturaleza, de la misma manera que el cultivo daña los árboles.»

El terror se presenta una forma especialmente retorcida en la mujer, que Sade considera subhumana;

En La filosofía en el tocador, dice Dolmancé: «El destino de la mujer es ser como la perra, como la loba.»

La nueva Justine : «[la mujer] Una criatura débil siempre inferior al hombre, infinitamente menos ingeniosa, menos sabia, del todopuesta a lo que puede placer a su señor, a lo que debe hacerle feliz; un ser malsano las tres cuartas partes de su vida, imposibilitada de satisfacer a su marido todo el tiempo que la naturaleza le obliga a estar embarazada, con un humor agrio, siempre de mal humor, imperiosa y tiránica cuando se le permite serlo, baja y arrastrada si se la cautiva, pero siempre falsa, siempre mala, siempre peligrosa.»

 

 

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay