VOCABULARIO DONNA HARAWAY

Júlia Torres

Resulta complicado explicar los conceptos básicos de una autora en plena producción. Haraway practica además un uso irónico de su propio vocabulario – y lo hace también como opción de estilo, no solo por exigencia conceptual. Como autora (y como aficionada a la ciencia ficción) Donna Haraway tiene una gran capacidad de creatividad lingüística. En una conversación con Marta Segarra (véase nota final), dijo: «(…) habito en estas palabras y juego con ellas. Juego con las etimologías porque son divertidas, pero también lo hago porque me hacen pensar de una manera diferente, porque me hacen relacionar cosas que no se me habría ocurrido relacionar si no se me hubiese permitido jugar con ellas». Un vocabulario siempre es, pues, una herramienta provisional.

Biología: Haraway es bióloga de formación, interesada en el tema de la célula y de la reproducción celular. Pero ella misma ha relativizado el papel de su interés empírico por la ciencia. «Siempre se me dio muy bien la biología como discurso cultural e intelectual, pero la práctica de laboratorio no era realmente mi vocación, y tampoco se me daba muy bien. Mi vocación era sin lugar a dudas la biología como una manera de conocer el mundo». La biología es en gran manera para ella la base de un relato, mucho más complejo y diverso.  También es una metáfora o una fuente de relatos metafóricos. Así su tema de estudio en relación con lo biológico es doble. Por una parte, le interesa: «la forma en que ciertas ideologías genéticas se adueñan de todo el espacio dentro de la biología» y, por la otra, «la manera en que el mundo funciona metafóricamente» y cómo la biología se convierte en fuente de metáforas. Para Haraway: «Vivir dentro de la biología consiste en vivir dentro de la naturaleza-culturas. Consiste en estar inmerso en la historia y también en la maravilla de la complejidad natural».

Carne: «La carne siempre es algo húmedo. Está claro que no se puede usar la palabra ‘carne', sin entender la vulnerabilidad y el dolor». Haraway se denomina a sí misma, a veces, “composista” para ironizar sobre el término “posthumanista”, insistiendo en que toda carne es un compuesto. Véase, “Cuerpo”.

Catolicismo: Haraway se formó en un ambiente estrictamente católico. «Durante buena parte de mi infancia quise ser monja», dice. «Cuando tenía trece años empecé a leer la obra de Santo Tomás sobre el derecho natural». «Había sido educada por mujeres monjas muy poderosas, interesantes y muy formadas intelectualmente. Así que, por un lado, mi vida había sido ‘moldeada’ por mujeres muy poderosas, independientes y solteras, pero dentro de la idea del patriarcado católico». La doctrina católica del símbolo (especialmente del símbolo eucarístico) está en el fondo de la concepción metafórica de la realidad que sostiene Haraway. No puede desdeñarse tampoco, como opción interpretativa, que un barniz de la idea católica de amor universal esté presente en su obra en forma, especialmente, de amor (franciscano) hacia los animales y de piedad (Edith Stein) hacia todas las criaturas.

Chthuluceno: Nombre inventado por Donna Haraway en su libro Generar parentesco en el Chthuluceno (2016) para designar la época actual, caracterizada por la crisis ambiental y por la existencia de seres telúricos, que se saben mortales. “Chthuluceno” es como “Antropoceno”, “Capitaloceno” y “Plantacionoceno” un nombre para designar el conflicto entre los humanos y la Tierra. Nuestra relación con lo que perteneces a la Tierra (“ctónico”) se ha vuelto conflictiva y en el Chthuluceno implica: «Una manera de aprender a convivir con el conflicto de la vida y la muerte con capacidad de respuesta en una vida dañada». No es una era apocalíptica (aunque puede llegar a serlo). El nombre proviene de una araña denominada así por el nombre de un monstruo-divinidad de Lovecraft, Chthulhu, que es gelatinoso y prácticamente indestructible – características que lo hacen similar a la Tierra según Harway. Chthulhu, sin embargo, es un dios patriarcal, mientas que la concepción de la espiritualidad en esta obra resulta cercana a la de Marija Gimbutas (1921-1994), arqueóloga y especialista en las culturas matriarcales prehistóricas, que ha influido muy decisivamente en el pensamiento feminista contemporáneo.

Conocimientos situados [Situación]: La realidad, sea como sea, es básicamente dinámica, multiforme. Por eso una ‘situación’ no consiste solo en un punto de partida, en una serie de datos, más o menos previos, asumidos o dicotómicos. El conocimiento, en cuanto es relevante, se sitúa en una multiplicidad que le es intrínseca. Las prácticas concretas de personas particulares hacen la verdad y por eso es importante entender a partir de qué situaciones comprenden y se pronuncian sobre el mundo, teniendo en cuenta que los conocimientos situados son siempre multiformes, plurales. De ahí que Haraway sea especialmente irónica con el marxismo que, como toda forma de determinismo, le parece poco dinámico. Con la noción de "conocimiento situado", Haraway abre un debate que cruza el feminismo: el de la relación con la epistemología y la ciencia y, estrechamente relacionada con ello, el de la versión feminista de la objetividad científica.

Complejidad: En el trasfondo de la obra de Haraway está siempre la teoría de sistemas. «Metáforas acerca de la complejidad». Véase: ‘Gestalt’.

Cuerpo: «Siempre estamos dentro de un mundo carnal, pero para nada somos un cerebro dentro de un contenedor. Nunca lo fuimos y nunca lo seremos. Y por eso mismo mi principal punto de partida epistemológico surge de ese tejido en el cual la separación categórica entre la naturaleza y la cultura constituye en sí misma una forma de violencia, que en cualquier caso es heredada».  La reconsideración del cuerpo (y en consecuencia de la sexualidad y de las formas de dominación) implica el/conduce al/ posible rediseño del cuerpo en forma de cyborg. Véase, ‘Carne’.

Cyborg: «El mundo te pilla desprevenida con sus historias olvidadas, con las entidades que no son humanas y todas esas relaciones que dan forma a lo que somos y a las que nosotros, a su vez, damos forma». «El cyborg es una manera para entender los múltiples niveles de la vida y la vivacidad, y también una manera para entender los múltiples niveles de la vida y la vivacidad» El cyborg es una criatura "impura" que surge de la tecnología y obliga a repensar las divisiones establecidas (¿por quién?) entre lo natural y lo artificial / técnico, y lo humano y lo no humano.  En primer lugar, es una máquina de información y de control (a la vez), que mezcla elementos humanos y tecnológicos y cuya fuerza multiplica la humana. “Cyborg” es también una metáfora que en Haraway tiene muy diversos sentidos. Pero básicamente es un símbolo posthumano que nos recuerda que podríamos haber sido diferentes. «Para mí los primates y los cyborgs comparten un mismo origen», pero mientras el primate tiene historia, en el cyborg la historia queda abolida.

Estructuralismo: Aunque ella explícitamente lo ha negado en más de una ocasión, su obra parece mucho más cercana a la biopolítica de raíz francesa que al pragmatismo americano.

Fracaso: Concepto que «los momentos en que tiene lugar la desnaturalización, cuando ya no se puede confiar en lo que damos por sentado, precisamente porque hay un fallo técnico en el sistema». «El fracaso abre un espacio a la posibilidad precisamente porque las cosas ya no funcionan». «Obviamente es un proceso doloroso». Los momentos de fracaso en una teoría o en una praxis política, científica, etc.: «implican volver a la conciencia de la finitud, de la mortalidad, de la limitación, no como una glorificación utópica sino como un escenario de posibilidades».

Gestalt: La teoría de la Gestalt conoció un auge importante en California durante los años de formación de Haraway y tiene un papel central en su obra. «Cuando la gente obvia las relaciones, el conjunto, y centra su atención exclusivamente en los pedazos por separado, elaboran todo tipo de lecturas erróneas de mi obra». La cultura en su obra es muy especialmente un análisis de la forma, de la manera como se producen síntesis perceptivas y estructuras intelectuales: «Pero la cuestión principal es mantener esa unión tan significativa entre lo fáctico y la ficción, lo literal y lo figurativo o trópico, entre lo científico y lo expresivo.»

Lenguaje: Expresión compleja de la identidad humana. La teoría del lenguaje de Haraway está más o menos vinculada con la de Heidegger. El lenguaje es la casa del ser – pero en Haraway el ser no es substancial, sino fluido, como toda identidad. «Lo primero que cabría decir es que para mí las palabras son profundamente físicas. Creo que las palabras y el lenguaje tienen una relación más íntima con el cuerpo que con las ideas».

 Modernidad: «La época en que si intensifica el transporte de semillas y de genes». El tiempo en que lo potencial se moviliza. Por eso es también la época de la técnica, lo que en Haraway no tiene ningún significado peyorativo. Cerebro, chip, gen, feto, artefacto, ecosistema… son dinámicos y expresión de modernidad.

Mortalidad: «Viví la pérdida de mi madre como un bloqueo y un entumecimiento que me acompañaron durante mucho tiempo». La sensación de mortalidad («mi madre murió cuando yo tenía dieciséis años») podría ser una clave para entender el sentido del cyborg en la obra de Haraway. Que algunas de las personas que más importancia tuvieron en su época formativa muriesen de SIDA claramente le influye no solo como militante feminista sino conceptualmente. ¿La inmortalidad cyborg podría ser una alternativa a la angustia de la muerte?

Naturaleza: «Desde el principio y hasta la actualidad he centrado mi interés en qué se considera naturaleza y quien ocupa las categorías naturales».  «Mi obra siempre ha girado en torno a lo que se considera naturaleza y, en cierto mod, creo que he escrito sobre una serie de naturalezas distintas». El doble aspecto naturaleza/biología versus naturaleza/metáfora es el tema central de Haraway. Véase “Biología”.

 Ojo ciclópeo: Metáfora del que todo lo ve, el ojo el del poder político, el del capitalismo, que se reproduce y se justifica también desde poderes culturales y universitarios. De hecho, es tan solo una ficción, un consuelo autocomplaciente que pretende erróneamente que el mundo está organizado en leyes inmutables – sin darse cuenta o sin querer aceptar que toda ley es construcción y que todo intento de establecer normas es básicamente operacional, lingüístico y no ontológico. Véase, “Terrenal”, “Situado”.

Paradigma: «En torno a 1968 leí a Thomas Kuhn y me atrajo mucho la forma en que hablaba de la inconmensurabilidad entre los distintos paradigmas interpretativos». Aunque hoy se sabe que el Departamento de Estado norteamericano potenció en medios académicos el conocimiento de la obra de Kuhn en las décadas de 1960 y 1970, para luchar contra las interpretaciones marxistas de la ciencia (es decir, para evitar que se discutiese sobre las condiciones ideológicas y económicas de la producción científica), es obvio que ver la ciencia como ‘paradigma’ es decir como modelo de resolución de problemas abre la posibilidad de preguntar sobre si temas como etnicidad y género son significativos en el quehacer científico, tema central en la teoría de Haraway que tiende a identificar paradigma con ‘metáfora’.

Parque zoológico: Universidad, academia, nicho cultural propio (a veces incluso propicio) donde cada uno vive, sin ser muy consciente de ello. Por extensión todo lugar (simbólico o efectivo, pues ambos son indisociables) donde se trafica con símbolos de poder mientras se cree estar hablando de cualquier otra cosa. «Verás, a veces tengo la sensación de convivir con un parque zoológico de simbolizaciones. Es como si habitara un zoo crítico-teórico y, sencillamente el cyborg fuese su habitante más famoso, aunque ‘zoo’ es la palabra adecuada porque todos sus habitantes son animales».

Política: Aunque Haraway usa el término ‘biopolítica’, lo biológico (en un sentido primario) le interesa tanto o más que lo político y eso se hace evidente en toda su teoría del cyborg. Es una historiadora de la biología que llega al análisis del poder, más que un historiador de las formas de poder que llega (como Foucault) a la biología. Le interesa «… cómo muchas cuestiones de la cultura, la historia y la política llegan a narrarse como relatos biológicos y evolutivos. Y viceversa (…) cómo las narraciones biológicas y evolutivas se entremezclan de manera imbricada con las herramientas de la economía política».

Práctica terrenal / Terrenal: Término muy propio de Haraway que, según ella, eligió «para evitar el debate entre realismo y subjetivismo». Una práctica terrenal es «un conjunto colapsado de cosas». Básicamente le sirve para ir más allá del debate sobre realismo versus relativismo que, para ella, es parte del problema (y de la insuficiencia) de la cultura blanca. Todo lo terrenal es mezcla; lo comercial, lo fisiológico, lo genético o lo político en tanto que ‘terrenales’ son ajenos a cualquier dicotomía y, más bien al contrario, las incluyen. Problemas como el racismo, el sexismo, etc., derivan de la obsesión por la pureza y por el olvido, interesado o no, del hecho básico de que la vida es mezcla. «Terrenal también implica haber de prestar atención a cosas como el poder y el dinero». Véase, “Situado”.

Racionalidad: «Las ideas de racionalidad e intencionalidad son demasiado pobres como para que lleguemos lejos en el análisis cultural». Haraway no asume el psicoanálisis (demasiado cerrado), ni las tesis del Edipo (demasiado occidentales, machistas, demasiado centradas en la familia nuclear, etc.) pero le interesa toda práctica artística, cultural, etc., que incluye elementos de lo subconsciente.

Símbolos: La ciencia no consiste en símbolos, pero sin símbolos –estructuras relacionales– no hay ciencia. «Y los símbolos son tan importantes para mí, porque desde el primer momento son complejos y no literales, por no hablar de otros ejemplos maravillosos del lenguaje». Véase, “Catolicismo”.

Situado: Lo que está en una sociedad, ya sea por una u otras causas, lo que hace pensar, aunque también ha creado mecanismos que impiden pensar. Aceptar el desorden de lo terrenal y de lo situado (de lo imperfecto, de lo sucio) en general produce miedo en ámbitos académicos y por eso las teorías filosóficas y/o científicas tienden a buscar explicaciones claras y distintas que, simplemente, no existen.  Véase, “Terrenal”.

Testigo modesto: Alternativa epistemológica que Haraway ofrece a la (para ella inexistente e imposible) objetividad científica y en general a la cultura de la Ilustración. Un testigo modesto puede ver presencialmente a través de una «práctica limitada y colectiva» los límites de los grandes relatos. Presenciar algo, dar testimonio directo, da una credibilidad al relato que no tienen otras formas de saber académicas arrogantes y más construidas conceptualmente; y ello obliga a reconfigurar los saberes tradicionales. «El hecho de “presenciar” algo es una idea contraria a la ideología ya que se opone a la “versión oficial”».  Preguntas “modestas” sobre la raza, el género, la sexualidad, los roles de poder, etc., permiten reconsiderar los grandes relatos.  La modestia no es alérgica al poder, pero lo resitúa. En este sentido el concepto de “testigo modesto” es un concepto ético.

Vietnam: Como toda su generación, Haraway vivió de una manera muy intensa la lucha contra la guerra de Vietnam. «La verdad es que la guerra de Vietnam me influyó mucho durante los últimos años de universidad, al igual que el movimiento por los derechos civiles, a pesar de que en aquella época cualquier actividad política era para mí una forma de activismo político, movido por la religión».

 

Goodeve: Como una hoja. (Ed. Continta Me Tienes, 2018 Trad. esp. Matilde Pérez, prólogo de Helen Torres). El libro fue publicado en origen bajo el título de How Like a Leaf: Donna J. Haraway: An interview with Thyrza Nichols Goodeve. Routledge, 1999.

Lo complementamos con El món que necessitem, una conversación entre Donna Haraway y Marta Segarra, publicada en edición bilingüe catalán-inglés por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB, 2019) que transcribe una conversación entre ambas autoras mantenida allí el 5 de marzo de 2018.  [J.T.]

 

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay