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JUAN CARLOS GARCÍA-BORRÓN: HOBBES

SIGNIFICACIÓN Y LÍNEAS GENERALES
DE LA FILOSOFÍA NATURAL DE HOBBES

 

 

 

Probablemente el punto de partida teórico de Hobbes se encuentra en su oposición al idealismo cartesiano. El que yo sea «una cosa que piensa», el que esto sea evidente, incluso el que sea la «primera» evidencia, o la única propiamente irrebatible en y por sí misma, no da derecho a afirmar que «soy sólo una cosa que piensa», un «espíritu inextenso» porque se supone que lo extenso no puede pensar. Esto es intentar sacar demasiado de una intuición que no lo contiene. El pensar es un acto; la intuición de éste no autoriza a concluir nada acerca de la substancia que lo realiza. ¿Por qué el pensar no podría ser el acto de algún cuerpo, una propiedad que ciertos cuerpos tienen aunque algunos no lo tengan?

Al reflexionar sobre lo que pienso, sobre lo que se me presenta como conocimiento de la realidad y en la inferencia que nuestra mente hace de los efectos a las causas y viceversa, Hobbes considera que nuestro conocimiento resulta siempre de percepciones y que el denominador común de éstas es la materia y el movimiento. El propósito metódico que Hobbes comparte con su antagonista Descartes, a saber: analizar lo complejo en lo simple y eliminar todo lo que sea dudoso, le lleva entonces a proclamar como objeto único de la ciencia y la filosofía los cuerpos y sus movimientos. Esto le lleva a su vez, como ya sabemos, a excluir de la filosofía a la teología con todos sus «objetos».

La filosofía será, para Hobbes, un sistema que incluye la reflexión teórica sobre el conocimiento y el estudio científico de la realidad material, incluida la realidad humano-social, que habrá que abordar igualmente en términos de cuerpos en movimiento: Filosofía es el conocimiento adquirido por recto razonamiento, de los efectos o fenómenos, conocidas sus causas o generaciones y, a su vez, de las generaciones que pueden darse; pero efectos y fenómenos son cualidades o potencias de los cuerpos.

La consciencia cognoscitiva es efecto de las vibraciones en el sistema nervioso («sensaciones»). Los llamados «conceptos del intelecto», no son más que signos que se refieren a esas sensaciones (nominalismo). En sus aspectos motores (emocionales y volitivos), la consciencia (el alma según los espiritualistas), es una respuesta a aquellas vibraciones. Todo lo que «acontece», todos los hechos, tanto físicos como mentales, se encierran en los distintos capítulos de la «filosofía»: la geometría describe los movimientos espaciales de los cuerpos; la física describe los efectos mutuos de los cuerpos en movimiento (mecánica), la ética se interesa por «los movimientos de un sistema nervioso» (las pasiones); la política estudia los efectos mutuos entre sistemas nerviosos humanos.

La física de Hobbes es, pues, un riguroso mecanicismo, con notable influencia de Gassendi y un grado de consecuencia que es bastante más «racionalista» que «empirista», según el sentido que ambos términos toman en la filosofía inmediatamente posterior. Su base gnoseológica es, desde luego, sensista, pero de un sensismo, en verdad, no menos apriorista que el antisensismo cartesiano; y Hobbes no siente la exigencia, que luego sentirá Locke, de justificarlo.

Lo más específico de Hobbes es la consecuente prolongación del mecanicismo al hombre y a los problemas humanos. El hombre es cuerpo; su obrar es un nada libre juego de fuerzas y estímulos sensibles y de reacciones de los sentidos. La misma ciencia, concebida según el lema baconiano de «saber es poder», es el resultado de la mecánica de las sensaciones, que permite prever y calcular el mecanismo de los acontecimientos. La moral se funda en el asentimiento y aprobación que damos a lo que produce sensaciones agradables y en la desaprobación de lo que las produce desagradables. Esa, que es la base de la moral, va a serlo igualmente de la política.


Juan Carlos GARCÍA-BORRÓN (Madrid, 1924) fue durante largos años uno de los catedráticos de Enseñanza Media (Secundaria), más significativos de Barcelona. Amigo del marxista Manuel Sacristán, abrió el camino a una significativa plétora de profesores de filosofía en el bachillerato en la enseñanza pública durante los años de la transición política en Catalunya (algunos organizados en el Grupo Panta-Rei), entre los que destacan Rosa Maria Borràs, Pilar Fibla, Manuel Satué o Lluís Alegret. Reproducimos un fragmento sobre Hobbes, correspondiente a su libro EMPIRISMO E ILUSTRACIÓN INGLESA: DE HOBBES A HUME. Ed. Cincel, 1985, Madrid.

 

 

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