HUME
ANTOLOGÍA
MÍNIMA - 10 TEXTOS DEL RESUMEN
DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO QUE SE TITULA TRATADO
DE LA NATURALEZA HUMANA EN
DONDE EL ARGUMENTO PRINCIPAL DE ESE LIBRO SE ILUSTRA Y EXPLICA.
Los
dos volúmenes del TRATADO SOBRE LA NATURALEZA HUMANA, publicados
por Hume en enero de 1739 fueron en su tiempo un fracaso editorial.
Tenía el autor la edad de 27 años. En vida de Hume,
la obra no pasó de la primera edición. Es conocida
la breve autobiografía de 1776, donde Hume, en vísperas
de su muerte nos da un sucinto informe acerca de sí mismo
y de sus empresas literarias. A propósito del TRATADO,
dice en MY OWN LIFE: “Jamás un intento literario
ha sido tan poco afortunado como lo fue mi Tratado de la Naturaleza
Humana”. Nació muerto de la imprenta, sin ni siquiera
suscitar un murmullo entre los fanáticos.
Descontento
por la fría acogida de la obra, Hume escribe en el invierno
de 1739 un RESUMEN del TRATADO y resuelve publicarlo suelto, bajo
seudónimo en Londres en 1740. En 1938 los economistas Keynes
y Pietro Sraffa lo recuperaron en edición crítica.
De
hecho, el RESUMEN se limita es escoger “un único
argumento” desarrollándolo cuidadosamente de principio
a fin”: el de la crítica a la causalidad, en que
niega que exista ninguna “conexión necesaria”
entre causa y efecto. Para Hume, el fundamento de la idea de causalidad
no es más que una creencia. La conexión causal no
puede ser establecida por el mero uso de la razón. Con
su crítica de la inferencia causal, lo que Hume pone en
entredicho es la validez universal del razonamiento inductivo.
TEXTOS DEL “ABSTRACT”
1.-
Nuestro autor comienza con algunas definiciones. Llama percepción
a todo aquello que pueda estar presente en el espíritu,
ya sea que empleemos nuestros sentidos o estemos movidos por la
pasión, o ejercitemos nuestro pensamiento y reflexión.
Divide nuestras percepciones en dos clases, a saber, impresiones
e ideas. Cuando sentimos una pasión o emoción de
cualquier tipo o tenemos las imágenes de objetos externos
que nos han proporcionado los sentidos, la percepción que
posee la mente es lo que el autor llama una impresión,
que es palabra que él emplea en un nuevo sentido. Cuando
reflexionamos sobre una pasión o un objeto que no está
presente, esta percepción es una idea. Las impresiones,
por tanto, son nuestras percepciones más vivaces y fuertes;
las ideas son las más borrosas y débiles. Esta distinción
es tan evidente como la que existe entre el sentir y el pensar.
2.-
La primera proposición que el autor anticipa es que todas
nuestras ideas, o percepciones débiles, se derivan de nuestras
impresiones, o percepciones fuertes; y que nunca podemos pensar
en ninguna cosa que no hayamos visto fuera de nosotros o sentido
en nuestro propio espíritu.
3.-
... cuando el autor sospeche que un término filosófico
no está aparejado a ninguna idea (cosa que ocurre con inusitada
frecuencia), siempre preguntará: ¿de que impresión
se deriva esta idea?. Y si no puede producirse ninguna impresión
concluirá que el término en cuestión carece
de significado. De esta manera examina nuestra idea de sustancia
y esencia; y sería de desear que este método riguroso
se practicara más a menudo en los debates filosóficos.
4.-
... todos los razonamientos referentes a la causa y el efecto
están fundados en la experiencia, y todos los razonamientos
de experiencia están fundados en la suposición de
que el curso de la naturaleza continuará uniformemente
igual. (...) Es evidente que Adán con toda su ciencia jamás
hubiera podido demostrar que el curso de la naturaleza debe continuar
uniformemente igual, y que el futuro debe ser conforme al pasado.
Nunca puede ser demostrado aquello que es posible que sea falso;
y es posible que el curso de la naturaleza pueda cambiar ya que
nosotros somos capaces de concebir ese cambio. No sólo
eso; voy más lejos y afirmo que tampoco se podría
probar, mediante argumento probable alguno, que el futuro debe
ser conforme al pasado
5.-
... no es la razón la guía de la vida humana, sino
la costumbre. Sólo ella hace que la mente, en todos los
casos, suponga que el futuro debe ser conforme al pasado. A pesar
de que este paso parece enormemente sencillo, jamás podría
darlo la razón por sí misma.
6.-
Ningún asunto de hecho puede ser probado sino desde su
causa o de su efecto. No puede conocerse nada que sea causa de
algo a menos que lo muestre la experiencia. No podemos dar razón
alguna para extender al futuro nuestra experiencia del pasado;
estamos enteramente determinados por la costumbre cuando concebimos
un efecto que ha de seguirse de su causa usual
7.-
Por todo lo que se ha dicho hasta ahora, el lector advertirá
fácilmente que la filosofía que se contiene en este
libro es muy escéptica y está dirigida a darnos
una noción de las imperfecciones y los estrechos límites
del entendimiento humano. Casi todo razonamiento, según
este libro, se reduce a la experiencia; y la creencia que acompaña
a la experiencia queda explicada como un sentimiento peculiar
o una concepción vivaz producida por el hábito.
No es esto todo: cuando creemos que alguna cosa tiene existencia
externa o suponemos que un objeto existe un momento después
de haberlo nosotros percibido, esta creencia no es nada más
que un sentimiento de la misma clase. Nuestro autor insiste en
varios otros temas escépticos; y llega a la conclusión
general de que asentimos a nuestras facultades y empleamos nuestra
razón sólo porque no podemos evitarlo. La filosofía
nos haría enteramente pirrónicos si la naturaleza
no fuera demasiado fuerte para tolerarlo.
8.-
No tenemos idea alguna de ninguna clase de substancia, ni material,
ni espiritual. Sólo conocemos cualidades particulares y
percepciones. Así como nuestra idea de los cuerpos –de
un melocotón, por ejemplo– es sólo la idea
de un sabor particular, del color, de la figura, del tamaño,
de la consistencia, etc., así nuestra idea del alma sólo
es la idea de percepciones particulares, sin ninguna noción
de algo que podamos llamar substancia, ni simple, ni compuesta.
9.-
A lo largo de todo este libro hay grandes pretensiones de nuevos
descubrimientos en filosofía; pero si algo pude dar derecho
al autor para que se le otorgue el glorioso nombre de inventor,
ello es el uso que hace del principio de asociación de
ideas, el cual está presente en la mayor parte de su filosofía
10.-
Estos principios de asociación son reducidos a tres, a
saber: Semejanza, un retrato nos lleva a naturalmente a pensar
en la persona que representa. Contigüidad: cuando se menciona
el nombre de San Denís, la idea de París nos viene
naturalmente. Causalidad: cuando pensamos en el hijo estamos predispuestos
para llevar nuestra atención al padre. Será fácil
concebir las vastas consecuencias de estos principios en la ciencia
de la naturaleza humana, si consideramos que, por lo que se refiere
a la mente, esos son los únicos lazos que unen entre sí
las partes del universo o nos ponen en contacto con alguna persona
u objeto exterior a nosotros. Porque, como es sólo mediante
el pensamiento como las cosas actúan sobre nuestras pasiones,
y como estos principios son los únicos lazos de nuestros
pensamientos, dichos principios son realmente, para nosotros,
el cimiento del universo y todas las operaciones de la mente deben,
en gran medida, depender de ellos.
©
Traducción de Carlos MELLIZO. Ed. Aguilar Argentina, 1973