Se denomina ‘evopsy’ [psicología evolucionista o evolucionaria] la teoría que, en buena parte ha substituido a la sociobiología desde principios de 1990 y que intenta inscribir la psicología en la biología para explicar los fundamentos de la personalidad. Ha sido defendida por un matrimonio de profesores de la Universidad de Santa Bárbara-California, Leda Cosmides y John Tooby, y fue divulgada en un libro de Robert Wright: El animal moral (1994). Su convicción básica es que los principios de la evolución (selección natural, selección sexual) deben aplicarse exactamente igual a la evolución del cerebro.
Hoy se sitúa la ‘evopsy’ como uno de los antecedentes evolucionistas de la neuroética. Aunque la identificación cerebro: ordenador ya no tiene prácticamente defensores, sigue siendo un programa de investigación especialmente en el ámbito del cerebro social.
En su opinión, la psicología estudia: (1) los cerebros, (2) cómo los cerebros tratan la información, y (3) cómo los programas de tratamiento de la información generan un comportamiento.
En este contexto, la ‘evopsy’ defiende 5 principios básicos:
1.- El cerebro es un sistema físico. Funciona como un ordenador. Sus circuitos están concebidos para generar comportamientos apropiados a las circunstancias medioambientales.
2.- Nuestros circuitos neuronales han sido concebidos por la selección natural para resolver los problemas con que nuestros ancestros se enfrentaron durante la historia de la evolución de nuestra especie.
3.- La conciencia no es más que la cima del iceberg; la mayor parte de cuanto sucede en la mente está escondido.
4.- Circuitos neuronales diferentes se han especializado para resolver problemas adaptativos diferentes (aproximación modular).
5.- Principio de ‘Mismatch’ (inadaptación): nuestro cerebro data de la edad de piedra y no ha sido seleccionado para el mundo en que vivimos actualmente.
Este quinto principio diferencia a la ‘evopsy’ de la sociobiología y de la neuroética: Tooby y Cosmides reprochan a los sociobiólogos que consideren a los humanos como ‘maximizadores de fitness’, mientras que según la ‘evopsy’, no son más que unos ’ejecutantes de la evolución’. Pero si este quinto principio es correcto, entonces el papel de la ética es el de un inevitable, a la vez que noble, fracaso. El hombre estaría, definitivamente, anticuado. En cambio para la neuroética, la moral no sólo no consiste en la expresión de un fracaso sino que incluso la bondad tiene una base innata.