FRIEDRICH
NIETZSCHE (1844-1900)
La
escuela del estilo
Lou
Andreas-Salomé, nació en San Petersburgo y atravesó
como una amazona toda la gran cultura centroeuropea de los últimos
años del siglo diecinueve y de principios del veinte (murió
el 5 de febrero de 1937, a los 77 años). Su personaje más
que su obra tal vez, evoca todavía un cierto perfume de
escándalo y de erotismo pese a los años transcurridos.
La obra de Frank WEDEKIND “LA CAJA DE PANDORA, TRAGEDIA
DE MÓNSTRUOS”, que se inspiró en ella, le
ha dado la eternidad en la historia de la literatura; y la famosa
foto en que aparece montada en un carrito del que tiran Paul Rée
y Nietzsche, con el Jungfrau al fondo, es bien conocida de todos
los estudiosos de la filosofía niezcheana. Bien merece
ser recordada una vida por la que pasaron Nietzsche, Rilke y Freud
(por no citar a su marido, Andreas, el iniciador de la arqueología
caldea, y a su primer mentor el teólogo Gillot). Que su
autobiografía MIRADA RETROSPECTIVA sea decepcionante y
que sus obras sean poco leídas no empaña el valor
del personaje. Recogemos aquí los aforismos, LA ESCUELA
DEL ESTILO, auténticos diez mandamientos del arte de escribir,
que le dedicó Nietzsche y que constituyen una excelente
introducción al debate sobre la centralidad del estilo
en Nietzsche.
I
Lo
más importante es la vida: el estilo tiene que vivir.
II
El
estilo tiene que estar apropiado a tu persona, en función
de una determinada persona a la que trata de comunicar tu pensamiento
(ley de la doble relación).
III
Antes
de tomar la pluma hay que saber exactamente cómo expresaríamos
de viva voz lo que tenemos que decir. Escribir tiene que ser nada
más que una imitación.
IV
El
escritor dista mucho de poseer todos los medios del orador. Por
consiguiente tiene que expresarse en forma de un discurso muy
expresivo. Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho
más apagado que su modelo.
V
La riqueza de vida se expresa en la riqueza de los gestos. Hay
que aprender a considerarlo todo como un gesto: la largura y la
cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones;
por último la elección de las palabras
VI
¡Cuidado
con el ritmo! Sólo tienen derecho a él, los que
tienen profunda y larga respiración hablando. En la mayoría,
el ritmo no es más que una afectación.
VII
El
estilo tiene que mostrar que se cree en los propios pensamientos,
no solamente que se piensan, sino que se sienten.
VIII
Cuanto
más abstracta es la verdad que se quiere enseñar,
tanto más importa que hacia ella converjan todos los sentidos
del lector.
IX
El
tacto del buen prosista en la elección de sus medios, consiste
en acercarse a la poesía hasta rozarla, pero sin jamás
franquear los límites que la separan.
X
No
es ni sabio ni hábil privar al lector de sus refutaciones
más fáciles; en cambio es muy sabio y muy hábil,
dejarle el cuidado de formular por sí mismo la última
palabra de nuestra sabiduría.
Texto
extraído de LOU ANDREAS-SALOMÉ: Nietzsche. Ed. Zero-Zyx.
2ª ed. Madrid, 1979, p. 234-235. Traducción e introducción
de Luis Pasamar.
Sobre
LOU ANDREAS-SALOMÉ, veáse también Stéphane
MICHAUD: Lou Andreas-Salomé; l’alliée de la
vie. Ed. du Seuil.