NOTAS
DE LA INTERVENCIÓN DE MAURIZIO VIROLI EN EL ATENEU BARCELONÈS,
EN LA PRESENTACIÓN DE LA TRADUCCIÓN DE ‘REPUBBLICANESIMO’
AL CATALÁN
(Barcelona, 15 septiembre 2007)
El
republicanismo tiene diferentes interpretaciones; el mío
es ‘realista’, es decir, no pasa por alto el hecho
de que los individuos viven realmente con pasiones e intereses.
El republicanismo es una interpretación particular de la
libertad política, diferente del socialismo, del democratismo
y del socialismo.
Se
puede hacer cultura republicana con un partido demócrata,
con otro socialista, etc. Pero la pregunta que hace siempre el
republicano es la pregunta por la libertad y por la ley. Si se
quiere libertad regida por la ley (y no por los intereses particulares
de un grupo) entonces se es republicano.
Libertad
para un republicano significa ‘no tener dueño’,
‘no ser dependiente’ y no importa si el dueño
es bueno; el solo hecho de vivir bajo un dueño quiere decir
que no se es libre. El miedo produce un ‘ánimo servil’
y por lo tanto provoca que no se pueda se libre. Por eso el republicanismo
proclama que en la comunidad política lo fundamental es
la ley. En eso no hace más ni menos que seguir la tradición
política clásica. Como decía Cicerón,
‘somos siervos de la ley para no ser siervos de los hombres’.
Hay
tres conceptos centrales en el republicanismo: ‘virtud civil’,
‘caridad’ y ‘patria’.
Para
ser libres ha de poder desarrollarse la ‘virtud civil’,
concepto que halló su formulación en Maquiavelo.
‘Virtù’ no es un concepto moral (no se trata
de ser ‘bueno’, en un sentido ingenuo), sino político,
la virtud republicana es efectiva y pertenece al ámbito
del interés público. Pero conviene concretar que
la virtud civil debe ser educada, preparada, y que no nace en
un día. De ahí la importancia de la enseñanza
como ámbito de creación de ciudadanía.
El
otro concepto fundamental que sustenta mi teoría del republicanismo
es el de la ‘caridad’, situada más allá
de la justicia. La caridad sólo pueden emprenderla los
fuertes. Caridad es una virtud civil que consiste en ‘la
cura del bien público’.
La
tercera de las grandes palabras del republicanismo es ‘patria’,
un concepto que debe ser entendido a partir de la afirmación
de Rousseau: ‘sólo tiene patria quien vive en una
nación libre’. Es decir, el patriotismo significa
la defensa de la libertad y de la ley que para Rousseau es ‘garantía
de la libertad común’. La patria no es un ‘lugar
natural’, sino un espacio con leyes, un espacio donde se
realiza el bien común.
El
patriotismo es la pasión por la libertad y de ahí
que una patria libre sólo puede contar con la fuerza y
el espíritu cívico de aquellos entre sus propios
ciudadanos deseosos de ser libres. Por eso el patriotismo (cívico)
se contrapone al nacionalismo (étnico). Por eso el patriotismo
no pide una lealtad ciega sino una lealtad crítica.
La
nación no implica la participación en un origen
étnico –o en un idioma–, sino en un proyecto
de libertad y de vida en común regida por el Derecho.
[
En su PER AMORE DELLA PATRIA, PATRIOTTISMO E NAZIONALISMO NELLA
STORIA (1999, 2ª ed, 2001), Viroli, retoma una idea de Lipsio
en el DE CONSTANTIA: ‘nuestro amor a la patria (amor et
charitas), no proviene de la naturaleza, sino de la convicción
de la que la patria es la garantía de nuestra vida y de
nuestra propiedad’, (p.48) ]
En
contraposición a otras teorías el republicanismo
no es una teoría racional sino que considera al hombre
movido por pasiones. La pasión cívica, la pasión
por la libertad, es el fundamento del patriotismo.
El
uso republicano de la palabra ‘caridad’ tal vez pueda
sorprender porque también Benedicto XVI ha escrito ‘Deus
est charitas’. Pero muchos republicanos son también
cristianos: la caridad republicana consiste en ser un buen ciudadano
y, de hecho, los católicos republicanos tienden a ser al
mismo tiempo cristianos y anticlericales. El republicanismo tiene
algo de religión en la medida en que es comunitario; pero
es una ‘religión de la libertad’, incompatible
con los privilegios y con la sumisión de la conciencia
ante nadie (sacerdote o no). En este sentido el republicanismo
es laico, cosa que no significa necesariamente anticlerical. Para
que una sociedad sea libre ha de estar viva también la
conciencia social.
Por
lo demás el republicanismo –a diferencia de la teoría
de Habermas- no cree en el consenso, sino en el disenso. Como
Mill, considera que cuanto mejor es una sociedad, más diversa
es.
El
pensamiento republicano implica un saber, en tanto que experiencia
política, que tiene una base histórica; en este
sentido la historia es eficaz no tanto como memoria (aunque toda
república debe honrar la memoria sus héroes cívicos),
sino como forma de aprendizaje de la libertad. Para un republicano,
la virtud civil no es el fin sino el medio para la libertad.
Los
republicanos no son cosmopolitas, no hay que destruir las naciones
sino mantenerlas libres. La condición necesaria para la
secesión es que esa sea la única posibilidad real
para que los ciudadanos mantengan su libertad. Si un Estado central
es despótico y no puede dejar de serlo (si todos los partidos
de ese Estado central están de acuerdo en que, por encima
de cualquier diferencia, en esquilmar una región, en escarnecer
otra lengua, otra cultura, etc.), entonces para mantener su libertad
pueden autodeterminarse.
Si
la razón para hacerse independiente es no pagar impuestos,
entonces no hay razón. Pero si la razón para hacerse
independiente es ser más libre, entonces si la hay.
Finalmente
dos cuestiones: ¿cómo se hacen republicanos?, y
¿cuál es la relación entre republicanismo
y democracia?
Se
hacen republicanos de tres maneras. En primer lugar, dando ejemplo,
mostrando que se puede vivir dignamente la propia vida guiado
por la libertad y la virtud civil. En segundo lugar haciendo buenas
leyes, promocionando leyes que sean útiles al bien común
y no a una sola parte de la sociedad. Y finalmente se hacen republicanos
mediante la educación y los rituales republicanos, creando
símbolos y fiestas republicanas, fortaleciendo el sentido
de pertenencia y de convivencia. Así honrar a los héroes
y celebrar la fiesta nacional promociona la cultura cívica.
En
la medida en que el republicanismo pretende la creación
de un ideal cívico, el republicanismo puede contribuir
a superar la distancia entre la política y la ciudadanía.
El abstencionista político deja de votar porque considera
que nada de lo que discuten los políticos incumbe a su
vida cotidiana. Pero la mejor forma de luchar contra esa idea
es hacer real un espacio cívico donde se vean reflejadas
las necesidades de los individuos reales. Al proponer un ideal
político, el republicanismo interesa a los jóvenes.
Si la política no capta el interés de los jóvenes
es porque la ven ‘demasiado realista’ y falta de ideales.
El republicanismo, en cambio, considera que realizar en el concreto
la virtud republicana es un ideal que implica a todos. No se puede
prescindir de la utopía en política sin producir
el desánimo. Eso no quiere decir que el republicanismo
considere que la política es toda la vida, ni que todo
en la vida sea político. Simplemente una vida sin política
es más pobre.
En
cuanto a la diferencia entre republicanismo y política,
hay que insistir en que democracia es el ‘gobierno del pueblo’,
mientras que republicanismo es el ‘gobierno de la ley’.
Los republicanos no creen que el pueblo tenga razón por
el solo valor del número sino por la fuerza de la ley y
de la libertad común. Sin cultura republicana no hay una
buena democracia.
Notas de la conferencia de Maurizio Viroli por R.A. (no
revisadas, circulación interna). Una versión audio
del acto –que no he consultado– se guarda en la Biblioteca
del Ateneu Barcelonès (Barcelona, c/Canuda, nº 6).